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A una semana del temblor, continúa rescate en Álvaro Obregón

Por Hazel Zamora Mendieta
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Las familias lo comprendían, veían aquel inmenso bulto de escombros que solía ser el número 286 de la calle Álvaro Obregón en la colonia Roma, y calculan lo difícil que sería rescatar a las 46 personas que quedaron atrapadas por el temblor de 7.1 grados que sorprendió el 19 de septiembre a la Ciudad de México.

Esperaban lo más pacientes que podían, pero no entendían el desentendimiento del gobierno capitalino en una situación de emergencia, pues las autoridades eran incapaces de brindarles información certera sobre sus familiares a pesar de que ya habían pasado más de 72 horas desde que la tierra tembló y el edificio de seis pisos que funcionaba como un despacho de contadores se desplomó.

Todo era confusión, deseaban por lo menos un reporte de las labores que se llevaban dentro la zona de catástrofe. Pero no existía ninguna autoridad o vocero oficial que diera un poco de tranquilidad a las familias, que desechara los rumores, que les asegurara que las labores no se detendrían hasta el rescate de las 46 personas. Se veía al Ejército mexicano y a la Mariana, pero no existía el gobierno de la Ciudad de México.

Ante un gobierno que no reconocía a las familias como damnificadas, éstas esperaban en condiciones poco dignas: dormían en el piso, comían sentados en cubetas, se cubrían por la noche con alguna cobija que les brindó algún voluntario, fue la sociedad civil quien además les proporcionó comida, agua, servicios de electricidad, internet y sanitarios.

Para quien no alcanzó una carpa para cubrirse de las lluvias, tuvo que instalar una lona para resistir, poner sábanas en un cacho de pasto o un pedazo de plástico en el asfalto para recostarse y recuperar un poco de energía, porque dormir es imposible cuando la vida tu hijo, hija, primo, sobrina o amigo, se debate debajo de las ruinas de un edificio.

Las y los contadores del edificio 286 de Álvaro Obregón eran de todas las edades, desde los 23 años de edad hasta más de 40. Algunos como Martín Estrada Zárate de 30 años de edad, llevaban menos de tres meses desde que se cambiaron a esa instalación. Otras, como la estudiante Naomi Manuel García, estaban realizando su servicio social.

En el campamento de familiares se compartían las biografías y fotos de los seres queridos. Todos recordaban que ese día en el cuarto piso se lleva a cabo una junta, la cita que mantuvo a 46 personas en el momento del sismo.

Por ello también tuvieron que crear una lista que pegaron en los postes de las avenidas de la colonia Roma, para tener certeza de a quiénes se estaba buscando, porque nuevamente, las autoridades no tenían dicha información. Leonor, Brandon, Jorge, América, David, Erik, Karina, José, Ana… se enumeraban 46 personas hasta el 21 de septiembre.

4 DÍAS DESPUÉS

Las hazañas y maniobras que realizaban por la noche del 22 de septiembre los cerca de 50 rescatistas arriba de aquella montaña de piedras, mantenían perplejos y en un profundo silencio a familiares y voluntarios solidarios.

Sin interrupción, como hormigas, los rescatistas se pasaban cubetas llenas de piedras que luego descendían de un tobogán creado por soldadores con botes diésel. Más tarde en la madrugada, una grúa gigantesca llegó a la zona de la catástrofe para levantar las pesadas lozas que conformaron las paredes y techos del edificio. Era una escena impresionante, describía un curioso que se acercó a la zona.

Los ojos cansados de los familiares no quitaban la mirada de la cima del edificio, con la esperanza de que en cualquier momento alguien saliera con vida. La confianza estaba depositada en los rescatistas que provenían de Israel, Estados Unidos, Japón y por supuesto, los Topos de México. De pronto, cerca de las 2 de la madrugada se izó una bandera de México y se enfilaron varias ambulancias. Estaban preparados, nadie se iba a dar por vencido.

5 DÍAS DESPUÉS

El sábado por la mañana una réplica puso en alerta nuevamente a la Ciudad, la gente salió con miedo de sus casas. A pesar de ello en Álvaro Obregón las labores no se detuvieron. El ruido de las motosierras y picos que retumbaban contra las piedras nunca paró.

Por la tarde las calles se llenaron de humanos y perros rescatistas. La información, denunciaban las familias, era la misma que tenían 24 horas antes: estaban en el 5º piso, faltaba menos para llegar a las y los atrapados. Las cartulinas que realizaron las familias exigían que no se detuvieran las labores.

Pero esta noche fue distinta, un aire de desesperanza se pronunciaba. En las carpas de los familiares se realizaba una misa. Comenzaban los abrazos llenos de llanto. La desesperación. Y las miradas seguían en el edificio 286.

Hasta ahora, 25 de septiembre de 2017, a un día de cumplirse una semana del temblor, el rescate continúa en Álvaro Obregón en donde se reporta el fallecimiento de 5 personas en total.

17/HZM/LGL

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