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Refugiadas en México: la doble discriminación

Por María de la Luz González

Las refugiadas en México enfrentan una doble discriminación: la de su condición de extranjeras y la que viven cada día las mujeres mexicanas en una sociedad que no reconoce sus derechos, aseguró Karina Arias, coordinadora de Promoción y Vinculación de la organización Sin Fronteras.

«Su vulnerabilidad viene de una sociedad que considera que las mujeres no tenemos derechos. Esa discriminación que sufrimos a diario las mexicanas se suma a la discriminación por ser extranjeras, por idioma, su pertenencia a una determinada etnia o religión. Sí hemos detectado que es más difícil para ellas integrarse a la sociedad», dijo.

El idioma es una de las principales barreras para encontrar empleo y acceder a servicios que enfrentan las mujeres refugiadas que vienen de países de Europa, Asia o Africa, y a ella se suman factores como el ser madres o estar embarazadas, dijo en entrevista con Cimacnoticias, al término de la premiación del concurso nacional de carteles México: una puerta abierta a los refugiados.

Arias destacó que las dificultades que enfrenta una mujer mexicana con hijos para poder trabajar son mayores en el caso de las refugiadas, porque ellas difícilmente tienen acceso a guarderías, y sus hijos mayores tienen problemas para entrar a las escuelas, debido a su estatus migratorio.

El caso de las solicitantes de asilo embarazadas es otro problema, pues pese a que el hijo o hija que esperan va a ser mexicano por nacimiento es muy difícil lograr que reciban los servicios médicos adecuados; «la discriminación les impide acceder a los servicios de salud», explicó.

Precisó que no hay cifras exactas de las mujeres refugiadas en México, aunque el año pasado de las 108 a las que el gobierno mexicano otorgó asilo, 16 eran menores de edad y 23 mujeres y sus nacionalidades son, principalmente, de países africanos como Eritrea, Etiopía y Somalia.

La activista aclaró también que, contra lo que se piensa comúnmente, México no está recibiendo grandes cantidades de refugiados y que esta percepción equivocada es una de las causas de la discriminación, porque «se cree que el país recibe y protege a estas grandes oleadas de personas que piden asilo en México; no es así».

Consideró que el reto del país en materia de refugio es definir tiempos y procedimientos en la legislación, a fin de evitar las dilaciones que todavía se registran al examinar las solicitudes de asilo que, en el caso de las personas detenidas en las estaciones migratorias, puede llevar a estancias prolongadas sin una definición jurídica.

El proceso actual para tramitar una solicitud de asilo tarda en promedio tres meses, sin embargo, por la falta de claridad en los procedimientos, se han detectado casos de solicitantes que han esperado respuesta en una estación migratoria hasta ocho meses.

En la ceremonia de premiación se presentó el testimonio de Aron Samuel Esayas, un joven refugiado de Eritrea que recibió asilo en México en el año 2000, después de abandonar su país por el conflicto fronterizo que mantiene con Etiopía.

El joven relató haber sido detenido en dos ocasiones, la primera por una falsa acusación de robo en la que el policía que lo aprehendió aprovechó para robarle 500 pesos y llevarlo a la agencia del Ministerio Público exigiéndole más dinero. Pese a que su presunto acusador nunca acudió a identificarlo, el joven pasó tres meses en prisión, al término de los cuales «el juez me liberó sin más».

La segunda ocasión fue detenido en un café Internet propiedad de un amigo, al que suele acudir con frecuencia. Ambos fueron fotografiados al lado de una mesa donde los policías que los detuvieron colocaron dinero falso.

«Después de dos o tres días nos dejaron libres, nos detuvieron por ser africanos y porque como africanos se cree que no podemos tener ese tipo de negocios. No es fácil sobrevivir, no es fácil estar aquí como refugiado», afirmó.

05/LG/GM

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