Es necesario replantear el papel de la familia para construir relaciones más democráticas y equitativas, pues la actual institución familiar está incapacitada para atender las necesidades de sus integrantes.
A decir de la investigadora del Programa Universitarios de Estudios de Género (PUEG), Gloria Careaga, actualmente la institución familiar no tiene la capacidad para atender todas las necesidades de sus miembros.
Contradictoriamente, a esta institución se la ha responsabilizado de cubrir todas las necesidades de sus integrantes, incluidas las afectivas y las sexuales, agrega en su artículo publicado en el servicio informativo de Fempress.
Además de ser la institución encargada de la reproducción de las normas sociales, de la reproducción de la especie, de asegurar su alimentación, educación y preparar a las personas para su adecuada incorporación a la sociedad, dice la Secretaria Técnica del PUEG.
Por su enorme carga de atribuciones, dice, la institución familiar asume una papel de autoridad que restringe a sus integrantes, especialmente en el campo de la sexualidad.
Esta sobrecarga de poder, ocasiona que para mantener y «orden y rumbo» la institución familiar haga uso de la violencia contra el integrante disidente, explica. Esta acción, contraria al bienestar que busca la familia merma la fortaleza de la personalidad y dignidad del integrante reprimido.
Por lo tanto, Gloria Careaga propone replantear el papel de la familia para el sano desarrollo de sus miembros de tal manera que permita la construcción de relaciones más democráticas y equitativas al interior de la familia.
Para ello señala que es necesario contemplar las inequidades dentro de la estructura familiar para erradicarlas y dar lugar a un espacio digno y respetable para cada una y uno de sus integrantes.
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