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Libertad ¿de qué?

Por Livia Díaz

El 7 de junio, «Día de la Libertad de Expresión», ningún periodista puede esquivar la reflexión. El estado de la información, en un estado capitalista donde se ha vuelto negocio cubrir la necesidad de estar mejor informado, no puede ser equilibrado, ni vulgar ni soso, sino cada vez insuperable, inmejorable y propositivo.

En la verdad de una noticia desairada, humedecida con la sensibilidad de quien se enfoca en los hechos y los transmite como su oficio, el reportero hace su mejor esfuerzo y el lector, tiene al alcance de la mano, una oportunidad de comunicación con los acontecimientos.

Pero pocos puntos de comparación sobre lo mismo encontramos los mexicanos y no nos cansamos de compararnos con el primer mundo y manifestar nuestras carencias, pero promovemos pocos la verdadera autocrítica que nos conduzca a una solución puntual.

Aceptamos como medios, la vía de información a nuestro alcance. Y como verdad lo que se nos dijo, pero juramos por nuestra abuelita que es más creíble «lo que no se dijo de lo que se nos dijo».

El chisme nos llega como valor agregado del acontecer cotidiano en forma oral. Nunca falta quien nos documente y testimonie ampliando la información. Es la hojita mensajera de las buenas y las faustas noticias. Con pelos y señales podemos atravesar la primera, segunda, y tercera versión de un acontecimiento, hasta volvernos portadores de la «verdadera información».

Entonces nos damos cuenta que la satisfacción de la necesidad primigenia solo era el complemento de la deducción siguiente. Abundamos los Sherlock Holmes de la noticia en busca de una guía casi sobrenatural, que nos oriente sobre lo que no nos queda claro, y todos sus cabos sueltos.

La controversia entonces se convierte en la bronca de a ver quien tiene «la mejor versión de los hechos». Y entre una y otra versión, ya hay quienes conocedores de esta verdad, ofrecen ya no la información, sino: La neta de la información, con un mensaje subliminal, que cada que amanece ya no vamos a ver qué pasó ayer de interesante, vamos a ver qué tan interesante es lo que pasó ayer.

Su valor en el mercado, es establecido por el raiting y el tiraje, mientras crece en números rojos el precio de la libertad de expresión del actor de la noticia. El posicionamiento de la producción de «las mejores noticias», es una empresa ambigua y efímera pero en formación y persistente.

El trabajo simple del junta palabras que antaño estructuraba los hechos de mayor a menor importancia, incluido el qué, cómo, donde, cuándo y porqué, está mutando. Esto no es todo.

En esta carrera por la emancipación encima de la palabra para acaparar más lectores, también caben otros factores: Darle un tinte de color elegido en el arco iris hasta alcanzar el propósito deseado por el medio de información; devolverse un escozor o provocar un prurito; fincar una buena carrera para algún interesado, entre otras cosas. Que no son las que privan afortunadamente… pero que se dan casos…

«No se puede salir –escribió Vladimir Holán- por puertas que solo están pintadas en las paredes». Quizá en alusión a una realidad en el estado del hombre inevitable, el auto engaño, advirtió el poeta polaco, existen muchas, pero todas falsas.

Como dijo Vladimir hay muchas puertas pintadas. Todos creemos que son las verdaderas, pero ¿qué tan necesario es que no sean falsas? El que verdaderamente nos conduzcan a la iluminación, por el conocimiento y el aprendizaje adquirido con su aporte de información.

Cosa distinta pero primordial es que en su transcurso, el ejercicio de informarse y leer y escuchar -o ver- mejora nuestro lenguaje, criterio, memoria, conocimientos del medio en el que vivimos, y nos guía por un buen camino diciéndonos por donde debemos conducirnos con mayor éxito. Ahora, hasta nos informan la situación vial para que tomemos precauciones…

En esta fecha, en la que ya todo el gremio averiguó que averiguar es su talento, en la que se discute y recuerda a los compañeros caídos en el combate, por la violencia, no queremos puertas falsas, solo pintadas, que nos conduzcan a posicionar la información para que tenga el talento de vender, de no incomodar al sistema o pintarse de colores.

No podemos tampoco dejar de lado esta realidad: el sistema de cosas en este mundo globalizado está cambiando, el diálogo con la sociedad también. Debería ser importante para el propio sistema, que prive la libertad de formación de criterio y de conciencia social, con aquella información que no pierde congruencia con la realidad.

Porque lo contrario, nos resta credibilidad, nos envilece, empobrece el talento de fungir como un dador y precursor del interés social en sus propios proyectos de gobierno, distrae a la sociedad de sus iniciativas, la desmotiva y la aleja de la construcción de mejorías.

Dicen que la expresión del estado de cada pueblo es su periódico y que una empresa antes de invertir en este su dinero, primero se asoma al contenido del mismo. No lo hemos comprobado pero también dicen que un estado que no fomenta el crecimiento de una oposición, deja de crecer.

Es pues esta paralizante privatización de la noticia, preocupante. Porque enajena a la sociedad, en demérito del transmisor de la información de sus instituciones que si le afecta, pues es el primero que necesita una vía veraz, fidedigna y creíble, de publicaciones de su información.

2005/LD/SJ

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