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La pobreza, factor de riesgo del VIH/Sida

Por Soledad Jarquín Edgar

En tanto la catedrática de la Facultad de Estudios Superiores de la UNAM, Alma Sánchez, planteó aquí que la pobreza es una condición de vulnerabilidad frente al VIH-Sida, el vocal de Censida, Arturo Díaz, aseguró que es una epidemia masculina.

Dentro del Segundo Encuentro Nacional, Educación Sexual Integral, Prevención del VIH-Sida, que organiza la Red Nacional de Jóvenes Católicos por el Derecho a Decidir, se destacó el trabajo de reforma que realiza esta organización, que concluirá mañana el encuentro al que asisten jóvenes de 17 entidades del país.

El integrante del Colectivo Sol, Carlos Cruz Camacho, quien leyó la ponencia de Enrique Esqueda Blas, destacó el trabajo realizado por la organización Católicas por el Derecho a Decidir y la Red Nacional de Jóvenes Católicos.

Con la reforma al interior de la iglesia, Católicas por el Derecho a Decidir tienen la aspiración legítima de contribuir a un proceso de liberación de los grupos oprimidos y una alternativa para los excluidos, que desean ser parte de una iglesia que ya no existe pero que alguna vez existió.

Por otro lado, al participar en el panel Diversas miradas ante la vulnerabilidad de las y los jóvenes: género, religión, adultismo y hombres que tienen sexo con otros hombres, Alma Sánchez dijo que la pobreza alimenta las condiciones adversas de la vida.

Como muestra, agregó, basta un botón: el 95 por ciento de los casos de VIH-Sida se presenta en los países del Tercer Mundo, y cuestionó que la historia de la pandemia ha sido de culpabilización de las víctimas, lo que ocultó el papel fundamental del contexto socioeconómico en la generación y propagación de las enfermedades.

La catedrática universitaria apuntó que la condición de género se encuentra estrechamente relacionada con la vulnerabilidad de contraer la enfermedad, pues aun cuando el panorama epidemiológico señala que esta infección se concentra en la población varonil, las mujeres están siendo infectadas en las zonas rurales del sur del país.

Dijo que en el caso de las mujeres hay varias dimensiones, una biológica y otra sociocultural, la primera porque son más vulnerables a la infección por la zona de exposición del virus durante la relación coital.

En tanto, la dimensión sociocultural se expresa en las relaciones de poder asimétricas entre el varón y la construcción de la subjetividad femenina, donde las mujeres son educadas para cuidar y no protegerse, lo que las pone en situación de desventaja frente a la pandemia.

Propuso la educación sexual como estrategia que favorece las relaciones sexuales más mediatadas y disminuye las prácticas de riesgo, por lo que esta labor educativa debe iniciar entre los nueve y 13 años de edad.

Alma Sánchez puntualizó que para sobrevivir en un mundo con VIH-Sida es necesario, entonces, proteger los derechos sexuales y reproductivos de la mujer, y esto incluye el derecho a decidir cuándo, con quién y en qué circunstancias se tienen relaciones sexuales.

A su vez, el vocal de Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH/Sida (Censada) y uno de los fundadores del suplemento Letra S, Arturo Díaz, se refirió al tema hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH) y destacó que en el VIH-Sida existe una visión africana de la pandemia que ha sido impuesta en Latinoamérica.

Consideró que la pandemia es una enfermedad de género y está relacionada más con la masculinidad, en la forma en que somos creados como hombres, siempre en situación de riesgo, «hacemos del sexo un ejercicio de poder masculino, porque tener más parejas te hace más hombre».

Como ejemplo, dijo que el 84 por ciento de las personas con VIH-Sida en México son varones, 89 por ciento de ellos adquirieron la enfermedad por vía sexual.

Agregó que el ejercicio de la vulnerabilidad hacia el VIH-Sida radica, entonces, en la construcción hegemónica del género, por lo que citó como necesario «reconstruir las formas de ser hombres y de ser mujeres».

Aunado a ello, también es condición de riesgo el control religioso de la vida sexual. Para las iglesias puede haber «narcorreligiosos», pero una persona que decide qué hacer con su cuerpo es condenada a la culpabilidad.

Todo esto, añadió, construye el estigma y favorece otra condición de vulnerabilidad frente a la pandemia, la exclusión social y sexual.

Antes, la catedrática de la UAM- Xochimilco, Ana Amuschástegui, destacó la construcción de una nueva juventud, la que se constituye en un sujeto político con necesidades, demandas y expectativas distintas que deben ser resueltas por los estados.

Dijo que la vulnerabilidad de los jóvenes se fundamenta en la pobreza y el racismo. Destacó también que los valores planteados en el Segundo Encuentro Nacional, Educación Sexual Integral, Prevención del VIH-Sida, del bien común y la justicia, lleva a reflexión de la necesidad de generar las condiciones económicas y culturales por respetar el derecho de los demás.

2005/SJ/GM

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