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Cuando las jóvenes dan la luz a un feminismo nuevo

Por Coralie Faure

En Francia, hace tres años, «la marcha de las mujeres a contra de los ghettos y por la igualdad» dio la luz un movimiento feminista nuevo: joven, mixto y popular llamado «ni putas ni sometidas».

Si la violencia contra las mujeres existe en todas las clases sociales y en todos los países del mundo, toma formas especificas en los barrios populares franceses, como el de la boda impuesta, el sexismo o la escisión.

En febrero de 2003, en Vitry sur scène una joven de 19 años fue quemada viva por su novio y un grupo de 7 jóvenes, cinco mujeres y dos hombres iniciaron la marcha, «Vitry sur scène» para denunciar, alertar y nunca más escuchar «no sabíamos».

Durante 5 meses recorrieron 23 ciudades de Francia hasta París donde ante 30 mil manifestantes expusieron las condiciones de vida de las mujeres en algunos barrios populares. Esto fue el inicio de un gran movimiento laico, que tiene hoy más de 60 organizaciones en toda Francia.

En los barrios populares de Francia, la población sufre de exclusión social y de discriminación, ahí crece el peso de las tradiciones y un nuevo extremismo. Las jóvenes, a menudo hijas de padres inmigrantes, se hacen las defensoras de la Republica laica, una República que las olvida.

Luchan por la convivencia y el respeto entre los hombres y las mujeres, tanto en el espacio público, como en el movimiento mismo, porque «unidos todas y todos, conseguiremos la igualdad».

Denuncian su vida cotidiana: el yugo de la familia y del barrio, la dictadura de la buena reputación, que deja a la chica la alternativa entre ser una chica de las cavas ó un objeto de pureza; y que prohíbe al hombre tener sentimientos porque eso es señal de «debilidad».

Al mismo tiempo, rompen con el tabú de la sexualidad, rehabilitando las nociones de amor, de placer, y de respeto.

La acción de este movimiento es doble: cuando la opinión pública y los políticos cierran los ojos sobre las condiciones de vida de una parte de la población francesa, ellas provocan el debate público sobre los problemas de exclusión, discriminación, racismo, precariedad social; y por otro lado, en el seno mismo de sus barrios, tienen un papel psicológico, jurídico y educativo.

En su libro «vivir libre» Loubna Meliane, una de las militantes de «Ni putas ni sometidas» y portavoz de «SOS racismo», afirma: «Como yo, hay un buen entre estos jóvenes vagando debajo de las escaleras». En efecto, estas mujeres son la prueba de que, en estos barrios estigmatizados, existe lo mejor.

06/CF/LR

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