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Brasileñas, las más maltratadas a nivel mundial

Por la Redacción

Brasil, país conocido internacionalmente por la samba, el fútbol, las playas y los carnavales de Río, tiene el triste primer puesto en el ranking mundial de violencia contra la mujer.

En un debate legislativo en Río de Janeiro, sobre un proyecto de ley al respecto, se dieron a conocer datos alarmantes de la Sociedad de Victimología Internacional.

Esa organización indica que el 25 por ciento de las brasileñas sufre violencia, pero sólo la denuncian tras la décima agresión.

Estadísticas brasileñas muestran que la población del país es de 180 millones de habitantes y, de ellos, el 50.2 por ciento son mujeres. Esto significa que de los 90 millones de cariocas, 22.5 millones son víctimas de maltratos dentro del hogar.

Datos revelados en 2004 indican que cada minuto se producen cuatro nuevos casos de agresiones físicas contra mujeres en el hogar. Cada año, los ataques suman 2.1 millones, revelaron en marzo del pasado año organizaciones feministas.

Por su parte, la Sociedad de Victimología Internacional refiere que 70 por ciento de las asesinadas fueron víctimas de sus propios maridos. Una de las características de la violencia contra la mujer es que estos hechos se producen en todas las clases sociales y en todas las edades.

Para acoger a quienes finalmente se deciden a romper el cerco de la violencia doméstica, en Brasil existen unas 80 Casas de Abrigo, refugios donde las víctimas reciben asistencia social, médica, psicológica y jurídica, además de capacitación en actividades remuneradas, según sus aptitudes.

Algunos testimonios indican que las refugiadas han sobrevivido a tiros en la cabeza, insistentes amenazas de muerte a cuchilladas y palizas con cortes en varias partes del cuerpo.

Cecilia sufrió las agresiones de su pareja por 10 años, pero confiesa que cayó en la violencia queriendo escapar de ella. «La violencia en mi vida empezó antes, desde niña fui golpeada por mi padre. Quería huir de su brutalidad, pero también en el matrimonio fui víctima de golpizas frecuentes, incluso cuando estaba embarazada o con hijos recién nacidos», comentó a medios informativos.

En algunos casos la violencia familiar está asociada al consumo de alcohol y drogas. Este es el caso de Ana, quien un día no pudo soportar más la falta de alimentos en casa, el rechazo a los hijos, las torturas psicológicas, los insultos y los golpes.

Una vez pidió ayuda al Consejo Tutelar de Defensa de los Derechos de la Niñez, pero el marido logró convencer a los especialistas de que ella era la desequilibrada.

Terminó por denunciarlo a la Comisaría Especial de Atención a las Mujeres (DEAM) y pidió ayuda. Luego de rescatar a sus hijos, fue enviada al hospital para cuidar las heridas. De allí fue llevada a la Casa de Abrigo.

Aunque generalmente las mujeres se quedan en los refugios unos cuatro meses, hay casos que necesitan más tiempo. El objetivo es protegerlas a ellas y sus hijos, garantizarles un futuro.

Para ello se les ofrece un posterior acompañamiento de un año, con lo cual se busca asegurarles vivienda, escuela, beneficios de programas sociales y oportunidades de trabajo.

Estos hogares mantienen el secreto sobre la permanencia de las madres y su descendencia, para garantizar así su seguridad. El periodo de estancia, refieren reportes de prensa, es limitado, de modo que otras maltratadas puedan escapar de una probable agresión y hasta de la muerte.

Pero al margen de la existencia de estos hogares donde las mujeres salvan sus vidas y aprenden a hacer respetar sus derechos, a independizarse e integrarse a la sociedad, defensoras de los derechos de la mujer consideran que hace falta más.

Según dijo a los medios Maria Edite Dantas, directora de Río Mujer, el programa de la alcaldía de Río de Janeiro que trata de impulsar políticas de género en la ciudad, es necesario «deconstruir la cultura machista» y «reeducar a la sociedad» para reducir efectivamente la violencia contra las mujeres.

Aunque se promueve la adopción de una legislación para prevenir y castigar la violencia contra la mujer, el proyecto deja algunas brechas que podrían conducir a suavizar los castigos.

La diputada Jandira Feghali, relatora de la propuesta, dijo a inicios de junio que propondrá suprimir del borrador la concesión de penas alternativas a los agresores, entre ellas las multas o el pago de una determinada cantidad de cestas básicas de alimentos.

También abogará por la creación de una sección judicial especializada en violencia doméstica familiar, pues los juzgados especiales criminales que consideran tales hechos generalmente archivan los procesos, estimulan el retiro de las denuncias o aplican penas muy bajas.

Otra de las propuestas del anteproyecto es incluir el debate sobre ese flagelo en el currículum escolar y capacitar a los maestros para que puedan hacer un trabajo de prevención, a fin de reducir la evasión escolar que afecta a la mayoría de los niños de hogares violentos.

La diputada hace estas audiencias en varios estados, con vistas a recoger datos para elaborar el informe que debe presentarse a la Comisión de Seguridad Social de la Cámara del Congreso.

Jandira agregó que es necesario tratar a los niños, proteger a la mujer, recuperar y condenar al agresor y crear una nueva conciencia en la sociedad sobre esas relaciones de respeto y dignidad, y no de ofensa contra la mujer.

05/RS/GM

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