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Aumentan atentados contra musulmanes en Estados Unidos

Por la Redacción

Musulmanes residentes en Estados Unidos aseguran que son tratados igual que los personajes de la novela Las Brujas de Salem, de Arthur Miller, acusados de crímenes que no cometieron.

La novela está ambientada en 1692 en Salem, Massachusetts, pueblo inmerso entonces en el más estricto puritanismo. La histeria por supuestos actos de brujería lleva a la horca a 19 personas inocentes por decisión del vicegobernador, facultado para juzgar, condenar y ejecutar.

«Esta novela representa cabalmente la situación actual de los derechos y las libertades de los musulmanes y árabes en Estados Unidos», declaró el Consejo de Relaciones Estadounidenses-Islámicas (CAIR), con sede en Washington, de acuerdo con un despacho de la agencia internacional IPS.

Los musulmanes han estado sujetos a distintas formas de persecución y discriminación en este país desde los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, atribuidos al saudita Osama bin Laden, líder de la organización extremista islámica Al Qaeda.

Tras esos ataques, el gobierno estadounidense arrestó a miles de personas que consideraba sospechosas de terrorismo, y según activistas en un significativo número de casos lo hizo violando el debido proceso y otros derechos civiles garantizados por la Constitución.

ABUSOS EN EL «PAIS DE LAS LIBERTADES»

La detención de musulmanes fue particularmente abusiva, según un informe publicado en junio por el Instituto de Políticas de Migración, un equipo de expertos con sede en Washington.

Los únicos cargos finalmente presentados contra casi todos los musulmanes detenidos tenían que ver con infracciones de las normas inmigratorias o delitos comunes, señaló el Instituto.

Además, los ataques contra musulmanes aumentaron casi 15 por ciento en el último año al pasar de 525 a 602, debido a la hostilidad anti islámica, sostiene un informe publicado en julio por CAIR.

En parte, el gobierno de George W. Bush es responsable de ese sentimiento antiislámico.

Washington dispuso o alentó medidas como las redadas en marzo de 2002 de familias y comercios musulmanes en los estados de Virginia y Georgia, el programa de registro especial obligatorio para los poseedores de visas emitidas en países musulmanes, y los interrogatorios de miles de ciudadanos de origen iraquí.

«Hubo numerosos registros domiciliarios, muchos debieron dar información al FMI, otros fueron citados para investigaciones judiciales, las finanzas de varias organizaciones fueron investigadas, y el FBI pidió a las mezquitas información sobre sus fieles», señaló Raeed Tayeh, de la Sociedad Musulmana- Estadounidense, de Washington.

En agosto de 2002, las autoridades desactivaron una conspiración para detonar 50 mezquitas y centros culturales islámicos en el sudoriental estado de Florida. Pocos meses antes, un desconocido disparó contra una mezquita en Chicago en momentos en que se encontraban allí unos 100 fieles.

En febrero de este año, un musulmán fue atacado en el nororiental estado de Nueva Jersey por dos hombres que lo acusaron de «terrorista». El mismo mes, un joven libanés-estadounidense, Rashid Alam, fue golpeado en California por unas 20 personas que entonaban consignas antiislámicas.

ATAQUES SELECTIVOS

Grupos musulmanes observaron un cambio en la tendencia de los ataques en los últimos meses. Ahora se dirigen más contra líderes comunitarios islámicos que se esfuerzan por potenciar a sus comunidades y contra activistas propalestinos.

El director de campañas del Consejo Estadounidense-Musulmán (AMC), Abdul Rahman al-Amoudi, fue detenido la semana pasada cuando regresaba a Estados Unidos desde Londres. Según el FBI, Al- Amoudi realizó visitas no autorizadas a Libia, lo cual viola el régimen de sanciones contra ese país norafricano.

Según grupos musulmanes, el arresto fue realizado a instancias de escritores considerados expertos en asuntos islámicos, como el columnista Daniel Pipes, del diario Jerusalem Post, y Steven Emerson, autor del libro «American Jihad» («Guerra santa islámica en Estados Unidos»).

En junio, Pipes escribió que el FBI debería vigilar al AMC, investigar sus fuentes de financiamiento y controlar las visas de su personal.

Abdelhaleem Ashqar, un egresado de la Universidad de Mississippi que defiende la constitución de un estado palestino independiente, fue arrestado en julio por violación de las normas de inmigración. Sus defensores sostienen que el verdadero motivo fue la presión de organizaciones pro israelíes de Washington.

También este año fue detenido, Sami-Al-Arian, un profesor de la Universidad de Florida del Sur que promovía la participación política de los musulmanes y se había reunido con numerosos funcionarios y legisladores. Las autoridades lo acusaron de ser el jefe del grupo extremista palestino Jihad Islámica.

«El gobierno dice que tiene nueve años de pruebas. Nosotros nos preguntamos por qué esperó nueve años para hacer algo al respecto», dijo Tayeh.

Los musulmanes estadounidenses también sufrieron persecución por la implementación de la Ley Patriótica, aprobada 45 días después del 11 de septiembre de 2001 con escaso debate en el Congreso legislativo, según la Unión para las Libertades Civiles de Estados Unidos (ACLU).

LA LEY PATRIÓTICA

«Sin pedido de captura y sin causa probable, el FBI tiene ahora la facultad de acceder a tus registros médicos más privados, a tus pedidos a bibliotecas y a tus antecedentes estudiantiles, e incluso de impedir que cualquiera te diga que hicieron eso», indicó la ACLU para describir la Ley Patriótica.

Los musulmanes también lamentan los continuos estereotipos con que son retratados en los medios de comunicación, e incluso la retórica islamofóbica de funcionarios de alto nivel, e incluso de líderes religiosos como Franklin Graham, Jerry Falwell y Pat Robertson.

La semana pasada, un dirigente del gobernante Partido Republicano, Cass Ballenger, atribuyó su divorcio a la tensión que implica vivir cerca de las oficinas de la organización musulmana de derechos humanos CAIR, a la que acusó de recaudar fondos para terroristas.

Arthur Miller escribió «Las brujas de Salem» en respuesta a la «caza de brujas» de comunistas reales y supuestos ocurrida en Estados Unidos en los años 50. Hoy, los musulmanes sufren una caza de brujas similar.

«La novela muestra dos fuentes principales de histeria», dijo Allaa Baioumi, experto de CAIR. «Una de ellas son los fundamentalistas del poblado, hoy representados por la derecha y los neoconservadores. La otra es el sector que aprovechó la crisis para castigar a sus oponentes, hoy, los grupos de presión proisraelíes», dijo.

2003/MES/MEL

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