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Alianza bordadoras peruanas y marca Converse

Por la Redacción

En el corazón de los Andes peruanos, donde valles fértiles y áridas montañas forman un paisaje de áspera belleza, se escucha el motor de un camión que lleva una carga poco común.

En la pequeña aldea de Huanta, un grupo de mujeres espera con ansiedad su llegada. La carga proviene de muy lejos, una fábrica en Vietnam. Está llena de zapatos Converse, la mítica marca estadounidense usada por jóvenes de todo el mundo.

En la aldea, bordadoras de origen Quechua ponen su talento local al servicio de la economía global. Bordar zapatos con dibujos inspirados en su cultura ancestral, que no sólo agrega valor económico y cultural al producto, también representa una fuente importante de trabajo para la comunidad local.

La región de Ayacucho, ha sido a lo largo de la historia, un campo de batalla. Aquí, el venezolano Mariscal Sucre venció la última gran batalla de la Guerra de Independencia de América Latina.

Durante los años 80, la región de Ayacucho fue el epicentro de acciones terroristas de Sendero Luminoso, decenas de miles murieron y la economía estaba en ruinas.

Hoy, la región lucha contra la pobreza extrema y el alto nivel de desempleo en una frágil economía rural. Casi todas las bordadoras tienen recuerdos trágicos grabados en sus memorias, pero hoy el trabajo les ha devuelto dignidad y una fuente decente de trabajo.

«Los expertos de economía lo llaman desarrollo económico. Es la clave para el desarrollo social y humano de las mujeres y sus familias en la región de Ayacucho», comentó Mario Tueros, de la Oficina Regional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para las Américas en Lima.

Más de mil mujeres se benefician de este trabajo. Converse tiene la meta de dar trabajo a 15 mil bordadoras a lo largo de otras regiones del país. La demanda de sus zapatos aumenta cada semana en los exclusivos centros comerciales de Lima.

«Esto les da la oportunidad de reintegrarse a la vida normal y de mantener sus costumbres seculares así como a revalorizarse y a recuperar su autoestima», explica la representante de Converse en Perú, Jennifer Levi.

La pobreza y el desempleo en Ayacucho afectan principalmente a las mujeres, quienes con frecuencia son víctimas de violencia familiar causada por condiciones sociales precarias. Vicky Bedoya, quien aconseja a las mujeres y supervisa su trabajo, ofrece también talleres sobre violencia doméstica y autoestima.

Pero trabajar para una compañía global quiere también decir respetar altos niveles de calidad y plazos de entrega estrictos. El ejemplo de Marisol Cáceres, una de las instructoras de Huamanga, la capital de la región de Ayacucho, demuestra que esto no excluye la amistad ni la camaradería en el trabajo. Las mujeres en su taller ríen y hablan, y están orgullosas de su trabajo.

La cooperación entre Converse y las bordadoras es parte de un proyecto de cooperación técnica financiado por la agencia de desarrollo Belga. Para la OIT es un ejemplo que muestra el lado positivo de la globalización.

«El proyecto ha generado oportunidades para la creación de trabajo decente y el alivio de la pobreza en Ayacucho. Extender este tipo de actividad podría transformar el mercado laboral de la región», concluyó Tueros.

06/LR

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