Las niñas empleadas domésticas realizan un trabajo que casi nunca se reconoce como riesgoso, a pesar de estar sujetas a abusos físicos y sexuales entre otras formas de explotación, advirtió Andrew Morrison, especialista en Desarrollo Social del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
«A grandes rasgos, en el hemisferio trabajan entre 10 y 15 por ciento de niños entre cinco y 14 años de edad. Estas tasas varían mucho de país a país: el Cono Sur se caracteriza por tener tasas muy bajas y Centroamérica, muy altas con excepción de Costa Rica» dijo en entrevista telefónica.
Según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, en América Latina y el Caribe hay 192 millones 738 mil menores.
Desde sus oficinas en Washington, sede del BID, Morrison explicó que, bajo estándares internacionales, el trabajo infantil se clasifica como no nocivo o nocivo –que puede ser de riesgo o de alto riesgo—en el que generalmente se incluye la explotación sexual infantil o los niños mineros.
Coautor del libro El Costo del Silencio: Violencia Doméstica en América, Morrison considera fundamental evaluar todos los factores de riesgo en las ocupaciones infantiles a la hora de diseñar políticas para erradicarlas.
Al enumerar otras acciones necesarias para eliminar el trabajo infantil en América Latina, destacó la importancia de que las políticas públicas pongan su mirada en las familias encabezadas por mujeres porque «corren mucho riesgo de padecer pobreza aguda.»
Abundó que es importante focalizar los programas contra el trabajo infantil en zonas donde éste es más frecuente. «Y dentro de esas zonas, poner más énfasis en las familias cuya cabeza es femenina.»
El economista, impulsor del seminario centroamericano Buenas Prácticas para Combatir el Trabajo Infantil, que finalizó el pasado 14 de marzo en Managua, Nicaragua, puntualiza que es preciso incidir en la oferta laboral de niñas y niños otorgando oportunidades económicas a las familias y acciones para su bienestar.
También hay que incidir sobre la demanda, es decir, mediante iniciativas de concientización en cámaras de comercio y organizaciones empresariales.
ECONOMÍAS NACIONALES Y TRABAJO INFANTIL
Andrew Morrison, que desde el BID examina las políticas activas de mercado laboral en América Latina y el Caribe, cita a su colega Suzanne Duryea, quien encontró que no existe un vínculo estrecho entre el crecimiento económico de un país y el trabajo infantil.
«Las tasas no bajan automáticamente con un crecimiento sostenido. Sin embargo, la crisis económicas si generan un aumento en el número de niñas y niños que trabajan. Aunque Argentina históricamente tenía tasas bajas de trabajo infantil, la crisis económica de los últimos dos o tres años disparó las cifras.»
2003/MR/MEL
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