Un grupo de estudiantes de enfermería en la unidad Iztacala de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) protestó esta mañana frente a la Clínica 27 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) porque se les impidió realizar sus prácticas escolares al negarse a portar la cofia, cuyo uso consideran obsoleto y discriminador.
La maestra en enfermería Guillermina Arenas, quien encabezó el mitin, explicó que la cofia tiene un valor simbólico dentro de la enfermería que exalta la dignidad; aunque es parte de un rito, no tiene ninguna otra función, por lo que su uso resulta obsoleto.
Informó que actualmente realiza una investigación acerca de las agresiones hacia las mujeres que eligen esta profesión. Para ella, el uso obligatorio de la cofia es parte de esa violencia que somete al género femenino a acatar normas sin fundamentos.
Sobre la situación de las alumnas, Arenas responsabilizó a la jefa de Enseñanza Clínica y Areas Técnicas del centro de salud, Virginia García de León de negar el acceso a las prácticas a las estudiantes quienes rechazan utilizar la cofia, accesorio que no es obligatorio para los hombres.
Dijo que además dirigieron un oficio a Javier Ramos Herrera, jefe de Educación e Investigación Médica de la Clínica 27 para protestar por esta situación.
Por otro lado, la profesora denunció la explotación de las estudiantes de la carrera de enfermería, quienes dijo realizan el trabajo que no puede ser pagado dentro de los hospitales del sector público por falta de presupuesto.
Efectúan el trabajo que deja de hacer el escaso personal con que actualmente cuentan las instituciones hospitalarias, convirtiéndose en «fuerza de trabajo gratuita» con el pretexto de su aprendizaje.
Sostuvo que las escuelas profesionales forman a las enfermeras bajo ciertos estereotipos, como ser obedientes, sumisas, disciplinadas, abnegadas y siempre estar al servicio de los demás, por lo que Arenas evidenció que allí existe un problema de género.
Aunado a ello, las estudiantes de enfermería deben cumplir con seis horas de práctica diaria sin derecho a descanso, ni a utilizar las áreas de comedores o vestidores dentro de los hospitales.
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