Los niños maltratados y abusados sexualmente, así como sus padres y madres, deben ser considerados como grupos de riesgo social y sanitario que requieren de más recursos financieros para su atención, sostuvo el especialista Juan Casados Flores.
Al participar en el VII Congreso Latinoamericano y II Iberoamericano «Sobre la Violencia contra Niñas, Niños y Adolescentes», el experto español refirió que existe una relación bidireccional entre la adicción a algunas drogas y el maltrato infantil, por lo que es necesario destinar más recursos al tratamiento y prevención de este problema para evitar que se reproduzcan conductas agresivas, en los menores maltratados.
El médico indicó que estudios realizados en 581 mujeres adictas en la ciudad de Madrid reveló que todas ellas tenían antecedentes de maltrato infantil y de abuso sexual por parte de su padre en un alto porcentaje, por lo que habían desarrollado una baja autoestima y un alto grado de ser madres violentas.
Casados Flores añadió que otro dato relevante encontrado en este estudio es la elevada posibilidad –15 veces más- de que estas madres adictas a la heroína abandonen a sus hijos e hijas.
Desafortunadamente, añadió, estas mujeres tienen pocas posibilidades de rehabilitarse, en gran medida por la falta de recursos y tienden a maltratar a sus hijos e hijas, quienes a la vez reproducen este problema.
Estos niños y niñas tienen un alto grado de muerte prematura o tardía, existe también la posibilidad de que sean adictos a la droga y que fracasen en la escuela, son antisociales y desarrollan conductas delincuenciales.
LAS DROGAS COMO DETONADOR DE LA VIOLENCIA
Dijo que en un alto porcentaje de estas madres y padres adictos a la heroína tiene menos de 20 años, son familia uniparentales, subempleados, responden en gran medida a sus impulsos, inmadurez, están relacionados con actos delictivos y son muy negligentes al cuidado de sus hijos e hijas.
De ahí que se desarrollen programas interinstitucionales que faciliten la detección y prevención de la violencia de los progenitores a los hijos e hijas, así como el tratamiento oportuno cuando es necesario y el seguimiento de los casos.
El especialista consideró necesario «no sólo quedarnos con eso, porque sabemos que la intervención oportuna puede cambiar sus vidas», dijo al tiempo de considerar vital que se destinen suficientes recursos al estudio, tratamiento y seguimiento de estas familias.
SJ/MEL
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