Conocer la preferencia electoral de las mujeres es fundamental, porque permite a los partidos políticos definir sus estrategias de campaña y conseguir el voto femenino, aseguró hoy la Asociación Mexicana de Agencias de Investigación de Mercado y Opinión Pública (Amai).
En entrevista con cimacnoticias, el presidente de esa organización, César Ortega de la Roquette, indicó que no se puede pensar en hacer encuestas sin la opinión de las mujeres.
El especialista fue consultado durante un receso del seminario Elecciones y Encuestas, realizado en un hotel de la Ciudad de México y organizado por la Amai, asociación fundada hace 10 años y que agrupa a 37 empresas encuestadoras de todo México, entre ellas Consulta Mitofsky.
Ortega de la Roquette explicó que en el pasado los sondeos sobre las preferencias electorales reflejaron que la tendencia del sufragio femenino depende mucho de sus niveles educativos y socioeconómicos.
Precisó que en general, las mujeres de zonas rurales y bajo nivel educativo «han sido parte importante del voto duro del Partido Revolucionario Institucional (PRI)», ahora en la oposición.
En contraste, prosiguió, entre la población femenina de zonas urbanas y de estratos medios «y más arriba», las preferencias se dividen entre el PRI y el gobernante Partido Acción Nacional (PAN).
En tanto, las mujeres jóvenes de áreas urbanas y de clase media y media baja tienden en ocasiones a dividir su voto entre el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el resto de los partidos. Sobre todo, observó, las mujeres de la Ciudad de México demuestran una mayor preferencia por éste último.
César Ortega advirtió, sin embargo, que no se puede hablar del voto femenino en total «como si fuera una masa que se mueve en una sola dirección y bajo un sólo criterio». Al igual que el sufragio de los varones la preferencia depende de muchos factores «básicamente de naturaleza socioeconómica», agregó.
El presidente de la Amai consideró innecesario que el Instituto Federal Electoral implemente casillas para que mujeres y hombres voten de manera diferenciada –como ocurre en otros países–, y así saber cómo vota la población femenina.
Incluso calificó de absurda esa medida, ya que sería discriminatoria en un país donde felizmente todas las personas son iguales ante la ley.
2003/RM/MEL
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