Las mujeres en los conflictos armados son blanco de ataque, separadas de sus familias y tienen un alto riesgo de violación sexual; pueden perder la vida o quedar mutiladas, no obstante refuerzan sus capacidades y desarrollan nuevas aptitudes.
En la Universidad Lasalle de esta ciudad, la responsable del Programa de Estudios sobre los efectos de los conflictos armados para la mujer del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Kerry-Jane Lowery, dijo que las mujeres en la guerra también actúan como combatientes.
Al dar a conocer un estudio elaborado por el CICR entre 1998 y 1999, hizo ver que el 30 por ciento de los integrantes del Ejército Sandinista en Nicaragua eran mujeres, al igual que 25 por ciento del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) en El Salvador.
El análisis incluyó entrevistas con 500 delegados del organismo y recopiló testimonios de mujeres que vivieron conflictos armados en distintas partes del mundo. Sus resultados señalan que la violación sexual es un método de guerra que queda en la impunidad.
Dijo que la violación sexual es inaceptable en los conflictos armados como también lo son los tratos crueles y la tortura. Más aún, dijo que la violación es considerada un crimen de lesa humanidad.
Planteó también la vulnerabilidad de las mujeres que son detenidas e informó que cerca del cinco por ciento de la población carcelaria son mujeres, quienes en esta situación ven empeoradas sus condiciones; cuentan con menos apoyo familiar y son más vulnerables a la violación y a la prostitución forzada.
Lowery observó que las mujeres en los conflictos armados no tienen acceso a la salud, especialmente en su etapa reproductiva.
Anunció que en este año, el CICR elabora las directrices para los programas de asistencia de las mujeres en los conflictos armados.
2003/SMO/RGR
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