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Migrantes chinos, en riesgo de explotación

Por la Redacción

Según un estudio divulgado hoy por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), hay en Francia unas 50 mil mujeres y hombres chinos clandestinos que constituyen una presa fácil para la explotación mediante el trabajo forzoso.

Con los profundos cambios económicos y sociales registrados en China en los diez últimos años, la migración no ha hecho más que ampliarse; actualmente se calcula que cada año llegan a París unos 6 mil ciudadanos chinos, de acuerdo con un despacho emitido por el Centro de Noticias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Víctimas de la trata al término de un viaje peligroso por países de tránsito donde quedan expuestos a timos, actos de violencia y, a veces, a la muerte, los migrantes -particularmente las mujeres, cuya situación es de mayor vulnerabilidad- acaban por entrar inexorablemente en una economía étnica paralela en la que quedan presos durante años, esencialmente en los sectores de la confección y la restauración, señaló la OIT.

En el informe se reflejan los relatos que los migrantes chinos dieron de esta vida invisible.

Los datos del estudio indican que tres cuartas partes de las mujeres y los hombres chinos que entraron ilegalmente a Francia tienen una deuda de entre 12 mil y 20 mil euros con quien los introdujo al país europeo.

Gao Yun, jurista en la OIT y coautora del informe, apuntó que «las más de las veces, el traficante confisca los documentos de identidad de estos inmigrantes y se los entrega a sus empleadores, quienes, a su vez, le abonan el salario directamente para que se cobre la deuda».

Una vez atrapados en esta dinámica, las y los inmigrantes tardan entre dos y diez años en saldar sus deudas, y así entran en una red étnica de economía subterránea de contornos difuminados en la que ellos mismos procuran pasar inadvertidos, temerosos de que se les detenga.

En los talleres de confección y los restaurantes del barrio chino de París son frecuentes las jornadas de 15 a 18 horas por una retribución de entre 300 a 500 euros; 40 por ciento de este pago es confiscado por los patronos, quienes incluso después de haberse cobrado su crédito chantajean a los inmigrantes con la amenaza de despedirlos si no aceptan las condiciones de trabajo que se les imponen.

A lo arduo de estas tareas hay que sumar el aislamiento en que viven. En el estudio se apunta que los migrantes piden poca asistencia a la sociedad de acogida. Los inspectores del trabajo observan que, contrariamente a los migrantes de las demás nacionalidades, las mujeres y los hombres chinos no presentan casi nunca quejas con respecto a sus condiciones de trabajo. Quizá ello se deba, en parte, a la barrera lingüística, pero desde luego también influye el temor a ser interpelados y a verse obligados a volver a China.

Para combatir este fenómeno de explotación, la OIT formula varias recomendaciones, entre las que destaca el fomentar la colaboración transfronteriza, la cooperación entre los interlocutores del mercado de trabajo, los inspectores del trabajo y los servicios responsables de velar por la aplicación de la ley.

05/YT

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