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Maltrato y violencia sexual infantil en las mujeres recluidas

Por Leticia Cortés

El 90 por ciento de las mujeres recluidas en prisión recibieron algún tipo de maltrato por parte de su pareja y el 51.2 por ciento dijo haber sufrido abuso sexual en su infancia, son algunos de los datos que aporta el libro «Mujeres en prisión: una mirada a la salud mental».

Martha Romero, coordinadora del proyecto, aseguró que el libro plasma el resultado de una investigación que se realizó durante tres años, en distintas cárceles del Distrito Federal, con 213 mujeres y cuyo propósito es lograr que las reclusas modifiquen el uso de las drogas dentro de la prisión.

Aunque el objetivo de la investigación era conocer el uso que las mujeres hacen de las drogas dentro de la cárcel, explicar la psicóloga, fue necesario abordar otros temas como la educación, la sexualidad, la violencia y la depresión ya que éstos determinan de una u otra forma la vida de las mujeres.

En la presentación del libro, Romero sostiene que no se puede hacer una intervención sobre el uso de drogas, sin pensar que las mujeres tienen un trastorno de déficit de atención, que no les va a permitir aprender de la experiencia.

No podemos hablar del uso de drogas sin pensar que ese uso responde a alguna necesidad de la mujer, como mitigar la culpa o la vergüenza de haber estado o estar en una relación violenta o la de aminorar la depresión o la desesperanza de haber sido abandonada, abundó la especialista.

Por su parte, la doctora Elena Azaola, quien junto con la doctora Sandra Angulo y la maestra Imelda Campuzano, presentaron el texto en el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente, afirmó que la criminalidad femenina tiene rasgos propios.

Azola señaló que el caso de las mujeres es distinto a los hombres, y señaló que sería importante que el sistema penitenciario mexicano los tome en cuenta para el diseño de las penas.

La Antropóloga Social hizo hincapié en que no necesariamente son las mujeres pobres quienes comenten más delitos, sino que es el sistema de justicia el que es más proclive a hacer de los pobres ya sea «hombres o mujeres sus sujetos privilegiados».

Azaola, quien también tiene la formación de psicoanalista, afirmó que muchos países del mundo han recomendado el diseño de penas alternativas a la prisión para mujeres con niveles de peligrosidad muy bajos.

A su vez, la psiquiatra Sandra Angulo, afirmó que el libro consigue voltear la mirada al sistema penitenciario mexicano del cual existe muy poca información y cuyo objetivo es readaptar y reeducar.

«El derecho esta obligado a supervisar y a decir sí esta bien o no esta bien esa conducta. Nosotros los dedicados a la salud mental, más que entender sí esta bien o no esta bien esa conducta, nosotros nos atrevemos a ver el por qué se da esa conducta», afirmó.

En el capítulo tres dedicado a la explotación infantil, la doctora Eva Rodríguez y el doctor Jorge Galván, afirman que más del 40 por ciento de las mujeres que están actualmente en prisión vivieron un tiempo de su vida en la calle. Ingresaron al mercado laboral entre los ocho y 14 años, obligados por la pobreza.

El capítulo quinto que habla de la mujer maltratada, la doctora Lucina Ramos asegura que el 90 por ciento de las mujeres que están en el sistema penitenciario han recibido algún tipo de maltrato por parte de sus parejas y el 51.2 por ciento dijo haber sufrido abuso sexual en su infancia.

¿Cómo se va a readaptar o reeducar a mujeres que nunca han tenido un lugar en la sociedad. Tratar de imponerles valores que nunca han tenido», preguntó la doctora Angulo.

La maestra en Derecho, Imelda Campuzano, dijo que gracias al libro es posible entender, desde la perspectiva de género, por qué delinquen las mujeres.

En tres meses se tendrá el resultado de la evaluación propuesta por los psicólogos y psiquiatras que participaron en la investigación. El objetivo es lograr que las mujeres reduzcan el uso de las drogas, que aprendan a no mezclarlas, para evitar sobredosis, que se protejan del contacto del VIH-sida por compartir jeringas, así como detectar las emociones que las llevan a consumo.

2005/LC/SJ

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