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Las supremacías inexistentes

Por Argentina Casanova*
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La película Black Panter y Las cazafantasmas se basan en una misma premisa sugerida que por un lado lleva a la gente blanca a creer que tiene que defenderse de una posible supremacía negra, y por otra, a los hombres a proclamar el derecho al “Día del hombre” frente a un apabullante posicionamiento del pensamiento feminista. En realidad ambas situaciones son ficticias y solo se conciben en la mente del blanco-opresor-patriarcal como una amenaza a su hegemonía.

Plantear un posible escenario de la supremacía negra y el racismo inverso, o la opresión de las mujeres frente a los hombres marginados, violentados y subyugados, es el discurso del opresor para advertir el inminente peligro que significa cualquier asomo de autonomía o la búsqueda de este por, no solo la desestabilización de la sociedad, sino la amenaza de una opresión, claro sin reconocer su propia opresión.

Cabe aclarar que estos escenarios los planteamos desde lo social-estructural, es decir podría hoy día estar ocurriendo uno o algunos casos que en lo particular constituyan formas de opresión de personas de piel oscura sobre personas blancas, o de personas en cuerpos genitalmente identificados como “mujer” oprimiendo a uno o algunas personas hombres y mujeres, esto puede ocurrir, pero no es un fenómeno estructural.

Hay que entender de qué se trata la posibilidad real de que un grupo pueda llegar a constituir una mayoría opresora, basándose no solo en estructuras institucionales que lo sustentan, propician y contribuyen sino a entender que la persona oprimida sea capaz de darse cuenta de todas las dimensiones de esta opresión y un día, de la nada decida revertirlo, lo cual sabemos no es posible.

No, no es posible revertir 2  mil años de sistema heteronormado-blanco-patriarcal-occidental de la noche a la mañana. Tampoco es factible creer que la intención del oprimido sea revertirlo en lo inmediato si aún él o ella misma no sabe cuánto tiempo le llevará aprender a no ubicarse en el plano de la minoría, la subordinación es y ha sido el único camino transitado y su única forma de aprendizaje ha sido como nos dice Franz Fannon el enmascaramiento.

Sin embargo, estoy aquí escribiendo esta reflexión como algo necesario no solo a partir de la película recién vista –Black Panter, sobre la que aún hay mucho más qué pensar- sino a partir de los discursos de odio contra las mujeres y el pensamiento feminista, con diversas aristas pero en todos concluye el desprecio de hombres y mujeres hacia algo que desconocen y sobre lo que opinan asegurando comprender.

El fenómeno mismo del odio valdría ser analizado, pero ahora me ocupo de la respuesta lógica discursivamente hacia el feminismo.

Se logra una marcha multitudinaria en España, en Turquía, en algunos otros países, se logra algo visualmente interesante, un día, una marea. En naciones en las que, al igual que en México, son asesinadas las mujeres, son víctimas de violación y son ellas a las que se juzga. Un día una marea y se habla de que las mujeres ya lo han conseguido todo, espera ya casi dominan al mundo y además están “generizando” todo.

El discurso se convierte en el mecanismo para alentar a otros a no permitir el fortalecimiento de la persona oprimida. El discurso mediático es el del opresor en los medios diciendo no permitamos que las personas subyugadas se salgan del lugar al que les hemos conferido, pero lo hace diciendo que se ha puesto en riesgo la paz mundial, el equilibrio universal de que haya un inferior bajo esa supremacía.

Así de absurdo es el discurso, pero la peor parte es que se hace alentando el odio hacia las mujeres feministas, se les señala y por supuesto se evidencia que algo no está bien en ellas, unos llaman a expulsarle los demonios –aunque no crean en ninguna fe-, otros llaman a dañarlas, a golpearlas a ponerlas en su lugar.

Hay mujeres que incluso defienden “el derecho a no ser feminista”, como si viviéramos ya en una sociedad feminista cuyo régimen obligara a todas a pensar como feminista, el solo ponerlo así nos demuestra lo inverosímil de la postura que asumen estas personas pues vivimos y nunca nos hemos asomado fuera de un sistema hetero-patriarcal-hegemónico occidental, pero claro primero tendrían que saber lo que eso significa. Es más fácil por supuesto cuestionar a las feministas sin detenerse a pensar que ser feminista ha implicado no solo asumirse como tal sino deconstruir pensamiento y conocimiento occidental, dedicar horas al estudio, la reflexión y el aprendizaje de otra manera de ser humana, una que no supone ni busca una hegemonía, ni opresión de nadie.

Entonces nos devuelven al principio, esos discursos, esas opiniones, esa supuesta supremacía de las mujeres nos lleva a ninguna parte pero nos ubica en su mismo plano, confiere al feminismo el mismo lugar del opresor lo que justamente el pensamiento crítico feminista trata de enmarcar y visibilizar. Ahí el riesgo.

* Integrante de la Red Nacional de Periodistas y Fundadora del Observatorio de Violencia Social y de Género en Campeche

18/AC/LGL

 

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