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La importancia del amor en tiempos de odio

Por Alejandra Buggs Lomelí*
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“Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección.”
Antoine de Saint-Exupery
 
Retomo las colaboraciones para mi columna “Mujeres y Salud Mental” de CIMAC, en pleno proceso de asimilación ante los acontecimientos con los que iniciamos 2017, en especial con los constantes ataques en varios ámbitos, por parte del actual Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica.
 
Acontecimientos que, triste y preocupantemente, han exacerbado el odio por todo aquello que se considera diferente, y alimentan la falsa idea no sólo de que lo valioso en este mundo es la supremacía blanca, sino la intención de regresar a una segregación racial, como solución a los problemas internos que viven diferentes países.
 
Las metas que el feminismo ha alcanzado a lo largo de los años, y a través de la lucha por el libre ejercicio de los Derechos Humanos, están en peligro debido a que en el país y en el mundo entero se  están echando por la borda algunas de las importantes acciones que se habían logrado y no podemos quedarnos cruzadas o cruzados de brazos.
 
Un ejemplo de ello es el caso de Rusia, donde la semana pasada despenalizaron la violencia doméstica, misma que será avalada nuevamente por el sistema patriarcal y pone en gran riesgo a muchas mujeres en ese país y en el mundo.
 
También las acciones del actual Presidente de Estados Unidos, que golpean profundamente la integridad física y emocional de las y los migrantes.
 
Es por ello que considero urgente hacer  un llamado desde y al amor,  no al que se celebra cada 14 de febrero en casi todo el mundo y que no es más que un día comercial que muchas veces nos impide ver lo que sucede a nuestro alrededor, enmascarando realidades importantes a atender.
 
Me refiero al amor colectivo y compasivo, aquel que permite amarnos y reconocer el amor hacia otros seres vivos y  tomarlo como elemento importante para crear una masa lo suficientemente crítica de amor, que contrarreste  los terribles efectos que el odio y la violencia han generado en nuestras vidas y en nuestro entorno en los últimos años y meses.
 
El término amor, proviene del latín “amōris”, y este a su vez del verbo latino “amare”, que significa amar.
 
Y la acción de amar abarca una gran gama de sensaciones y sentimientos, desde el deseo pasional y de intimidad del amor romántico, hasta la proximidad emocional del amor familiar o amistoso, desde el amor platónico, hasta la profunda devoción o unidad del amor entendido como religioso o meditativo.
 
El amor en sus diversos rostros actúa como un importante facilitador de las relaciones interpersonales y, debido a su importancia psicológica central, es uno de los temas más frecuentes en las artes creativas.
 
Sin embargo, en momentos difíciles como los que enfrentamos, el amor puede servir como neutralizador de los devastadores efectos de la violencia y el odio, por lo que es importante regresar al sentido del amor para contrarrestar sentimientos negativos que llevan a acciones deshumanizadas, similares a las vividas durante el holocausto, la época de la esclavitud o del Apartheid en Sudáfrica y Namibia.
 
Desde el punto de vista de la psicoterapia humanista existencial, la definición de amor que aporta el humanismo es la de Carl Rogers, y dice “amor significa ser plenamente comprendida o comprendido y profundamente aceptada o aceptado por alguien”
 
Para Abraham Maslow, “el amor implica una sana y afectuosa relación entre dos personas o más”.
 
Tomando en cuenta estas dos concepciones del amor, las personas tenemos una gran necesidad de ser aceptadas e integradas a un vínculo afectivo y respetuoso.
 
Para mí, el amor y el respeto pueden servir de antídoto contra el veneno de la violencia y el exceso de odio hacia lo que consideramos diferente y por tanto no valioso.
 
Están siendo terribles los alcances de pseudolíderes, que cuentan con seguidoras y seguidores que toman como bandera absoluta la discriminación y la segregación.
 
Al amor, hay que comprenderlo, crearlo, identificarlo y difundirlo, para darlo y recibirlo, de lo contrario, corremos el riesgo de que, como decía Maslow “el mundo quede encadenado a la hostilidad y a las sombras”.
 
Que el amor propio, hacia las demás personas y hacia nuestro planeta esté presente siempre en nuestros corazones y logremos mantenerlo en nuestras vidas para evitar malos tratos y construir un mundo mejor. Que así sea.
 
*Directora del Centro de Salud Mental y Género, psicóloga clínica, psicoterapeuta humanista existencial,  especialista en Estudios de Género.  @terapiaygenero
 
17/ABL/GGQ
 

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