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La crisis institucional del Inmujeres-DF

Por Sara Lovera

El próximo viernes, si no hay acuerdo, trabajadoras del Instituto de las Mujeres del Distrito Federal irán a la huelga. Se trata de una crisis real dentro de una de las instituciones por las que luchó el movimiento feminista; se trata de un equívoco de las autoridades del Instituto o de una pretendida muerte anunciada de la institución.

No es que las trabajadoras, como dicen las autoridades, como lo dirán si estalla el paro, estén «manipuladas», esa es una salida fácil. Ni se trata de un desatino de las trabajadoras, simplemente pone en el centro las dificultades de un gobierno que no quiere arriesgarse a ampliar las bases sindicales ante el temor de validar al viejo y carcomido sistema sindical que heredó del PRI. Pero para evitar eso violan los derechos laborales con una inmensa falta de sensibilidad.

El instituto de las mujeres capitalino ha sido creado por ley. Se trata de un organismo descentralizado con autonomía jurídica y patrimonio propio. No obstante ello, la negativa a pactar un acuerdo laboral con sus trabajadoras es negar su propia ley, su objetivo social, su razón de existir y eso sólo puede ser el resultado del difícil tránsito de los deseos de las mujeres organizadas y sus demandas a la institucionalización del movimiento, del feminismo.

LOS DERECHOS FEMENINOS, APLASTADOS

Lo que ahí sucede no debiera suceder. No se justifica. Es esa la institución natural de defensa de los derechos de las mujeres y uno básico, central, elemental es su derecho a organizarse sindicalmente, eso está amparado por la Constitución y por la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW en inglés), que firmó y ratificó el gobierno mexicano.

La directora del instituto no puede negar estos derechos. No lo puede hacer el gobierno del Distrito Federal, no lo puede hacer el Jefe del Gobierno y no lo puede hacer la Junta de Conciliación y Arbitraje del Distrito Federal, que ha dado entrada a la demanda. No se puede violar el derecho elemental a la asociación sindical. Se viola la Constitución y parece ignorarlo la directora del instituto.

Sin embargo hay una ceguera total o ¿será ignorancia?. El gobierno capitalino evitó la organización sindical del cuerpo de bomberos, de los policías auxiliares, tiene una lucha a muerte con los trabajadores del metro, si recuerdan, de ahí mi hipótesis de que no quiere ampliar las bases sindicales considerando que existe una larga noche de sindicalismo corrupto, nacido, crecido y desarrollado al amparo del corporativismo priista.

Ignora que ya existe una jurisprudencia para que coexistan dos sindicatos en una misma institución, ignora que existen los sindicatos independientes y democráticos, bueno ignora que al interior del sindicato de trabajadores del Distrito Federal hay secciones liberadas, democráticas –así les llaman- y que los trabajadores organizados no se comen ni a los patrones ni a los funcionarios.

Sin embargo nada puede justificar la falta de diálogo y negociación, la incapacidad total para tratar el asunto.

Además el Instituto tiene un consejo de personalidades, funcionarios y mujeres de organizaciones civiles que ha permanecido en silencio. Se suma a esta afrenta el silencio del movimiento de mujeres y feminista, que no se ha dado por aludido, cuando en el Instituto por el que lucharon se violan los derechos elementales a un puñado de mujeres, agentes de los derechos de las demás mujeres.

DISCRECIONALIDAD

No existe el derecho a: vacaciones, permiso por embarazo, a la jornada laboral, seguridad social; en fin que todos esos derechos quedan al arbitrio de la discrecionalidad porque no están reglamentados, el argumento es que toda las personas trabajan bajo contrato. Me pregunto ¿eso permite que se le violen sus derechos elementales, los básicos de la ley la Constitución.

Al no estar mínimamente normada la relación de trabajo, al carecer de reglas, además de la sensación de inestabilidad y falta total de derecho, existe el despojo. Vaya porque ni siquiera podemos hablar de prima vacacional, días económicos, permisos reglamentados para enfermedades de los hijos e hijas, menos podemos hablar de capacitación, cuidados a padres o madres enfermas, permisos con goce de sueldo o sin goce del mismo, en fin, nada.

Mucho peor que las trabajadoras de las maquiladoras trasnacionales que tanto fustiga el gobierno capitalino, peor que cualquier empresario de pacotilla del Centro Histórico donde las empleadas de mostrador ganan el salario mínimo y con frecuencia no tienen más derecho que ir a comer en un tiempo record de media hora.

Son trabajadoras especiales que decidieron pedir un mínimo de normas. La respuesta es no y la incapacidad de diálogo democrático desapareció. Nada, cero. ¿quién puede creer en un gobierno doble? Dirigido por un líder popular que va en primer lugar de las encuestas. ¿se imaginan? A partir del 2006 todos los sindicatos quedarían conculcados, porque todavía la mayoría está en el Congreso del Trabajo o en la CTM o sea, son «charros» y Andrés Manuel López Obrador huiría de ellos.

La situación de estas trabajadoras me recuerda la urgencia de rescatar el artículo 123 de la Constitución y la necesidad de crear organizaciones laborales constitucionales en todo el país, y de paso ampararse contra la Ley Abascal y su correlativo capitalino.

* Sara Lovera es directora general de CIMAC y Cimacnoticias

2003/SL/MEL

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