La educación sexual, la disponibilidad universal de métodos anticonceptivos y la posibilidad de acceder a un aborto en condiciones dignas y seguras cuando sea imprescindible tendrán que esperar para las mujeres uruguayas, como consecuencia del rechazo del Senado al proyecto de Ley de Defensa de la Salud Reproductiva.
Con 17 votos en contra y 13 a favor, la Cámara alta «barrió» con su esperanza (muy probablemente también con la confianza), con lo que aumentó la deuda del sistema político para quienes representan al 52 por ciento de la población. Diversos fueron los motivos: confesionales, viejos compromisos, nuevos cálculos electorales y cuestiones semánticas.
Además el Senado ignoró el trabajo constante y esforzado de las organizaciones de la Coordinación Nacional de Organizaciones por la defensa de la iniciativa que en un debate público consciente y maduro, lograron el respaldo del 63 por ciento de la ciudadanía.
La votación no estuvo a la altura. «El latiguillo de la defensa de la vida, abstracta y tan divorciada de los hechos que cuesta reconocer algo parecido en la realidad cotidiana, fue lo más esgrimido para fundamentar el voto en contra».
Alejandro Atchugarry cargó con la tarea de evitar que el Senado se pronunciara: se esforzó por enviarlo a la Comisión de Constitución y Legislación con vistas a una futura reforma constitucional, pero no consiguió convencer. Entonces optó por retirarse de sala y no votó. Otro colorado, Adolfo Singer hubiera sufragado a favor si no fuera año electoral.
El encuentrista Eleuterio Fernández Ruidobro, por su parte, reconoció no haber leído la iniciativa, por lo menos no lo suficiente para comprenderla.
Faltaron 4 votos para aprobar la ley, razones atendibles no.
Así se llegó a una medianoche muy distinta a aquel 10 de diciembre de 2002, cuando en el marco el Día Internacional de los Derechos Humanos, la Cámara de Representantes le dio el sí al proyecto. «Hay pesar, no desánimo», como advirtió corajudamente la senadora Mónica Xavier, una destacada protagonista en este proceso que ya no detiene ni este nuevo triunfo de la hipocresía.
* Periodista de La República de las Mujeres de Uruguay
2004/IV/GV/SM