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El movimiento feminista no renunciará al sistema de la ONU

Por Sonia del Valle, enviada

El movimiento feminista internacional no puede renunciar al sistema de Naciones Unidas, ni a los procesos globales de negociación como fueron las conferencias mundiales de la década de los 90, coincidieron en señalar las ponentes del panel «El gran debate: ¿benefician las conferencias de las Naciones Unidas a las mujeres?»

Foto: Frida Hartz | enviada
Foto: Frida Hartz | enviadaa

La coincidencia en esa posición se dio este sábado, en el tercer día de trabajos del Noveno Foro Internacional Reinventando la Globalización, de la Asociación para los Derechos de la Mujer y el Desarrollo (AWID, por sus siglas en inglés).

Desde que inició el foro, en los pasillos, en distintos paneles, así como en pláticas de café, entre las asistentes se discutía la pertinencia o no de seguir participando en las conferencias de Naciones Unidas, que hoy «son un modelo agotado que se estancó», a pesar de reconocer las ganancias que obtuvieron las mujeres.

¿Cuáles son las ganancias, cuáles los obstáculos de los procesos de negociación de las conferencias de Naciones Unidas para las mujeres? ¿Se debe promover o impulsar la Quinta Conferencia Mundial de la Mujer? ¿Con qué estrategia va el movimiento feminista a discutir con gobiernos que no cumplen los acuerdos a los que llegaron en las cuatro anteriores conferencias de la mujer?

Estas fueron las interrogantes. El reto hacia delante, señaló Sonia Correa, quien ha participado como integrante de la delegación del gobierno de Brasil en diversas conferencias mundiales, «es producir un consenso mundial entre las integrantes del movimiento feminista para exigir evaluaciones reales, técnicas, políticas y sociales de los avances que los gobiernos han hecho para erradicar la discriminación en contra de las mujeres».

En la década de los 90, Naciones Unidas promovió poco más de 10 conferencias mundiales, en las cuales los gobiernos de los países acordaron distintas medidas a favor del medio ambiente, la infancia, las mujeres, políticas de población, derechos humanos, vivienda y desarrollo social, que en cada país se traducen en programas, leyes, mejoramiento del nivel de vida de las mujeres, participación política y presupuestos, entre otros.

El movimiento feminista, si bien participó en la mayoría de las conferencias mundiales, fue en las conferencias sobre Derechos Humanos en Viena; Población y Desarrollo de El Cairo y Sobre la Mujer en Pekín, China, donde obtuvo sus mayores logros, «en momentos en que el mundo vivía una expansión democrática», explicó Correa, integrante de la organización brasileña SOS Corp.

Las ganancias fueron enumeradas por Francoise Giraud, de la Coalición Internacional por la Salud de las Mujeres de Canadá, y van desde la institucionalización y reconocimiento del término género en las políticas y programas de los gobiernos; el reconocimiento del aborto como un problema de salud pública y de los derechos sexuales y reproductivos; la articulación del movimiento feminista en redes, nacionales, regionales e internacionales y el aprendizaje de cómo funciona el sistema de gobernabilidad global, hasta el inicio del diálogo intergeneracional y con otros movimientos sociales y sectores.

Sin embargo, para Correa, en la segunda mitad de la década de los 90, el mundo cambió. Las reacciones de los grupos y gobiernos más conservadores fueron brutales y virulentas, con deliberados esfuerzos para destruir los consensos previos sobre derechos humanos, sexualidad, derechos reproductivos de las mujeres, entre otros.

Hoy estamos en un momento de estancamiento político, hemos obtenido conocimiento, pero es preciso no renunciar a estos procesos de negociación política en Naciones Unidas y con las instituciones de Bretton Woods, pero debemos pensar en cambiar la estrategia. Hoy el movimiento feminista se encuentra bloqueado, sostuvo Lidya Alpízar, dirigente de la Red de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos.

Las panelistas coincidieron que el movimiento debe contar con una estrategia que lo saque de la trinchera reactiva en donde se encuentra, y articular una propuesta de gobernabilidad global feminista, enfatizó la brasileña Sonia Correa.

       
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