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Ecos de la marcha

Por Adriana Varillas

Bajo los rayos de la luna, con la luz de una vela entre las manos, mujeres y hombres, jóvenes e infantes, marcharon en Cancún para romper, simbólicamente, la apatía y la espesa obscuridad que dibuja la violencia en esta ciudad, principalmente la que se ejerce en contra de las mujeres, pero que se extiende a toda la sociedad.

El acto, con el que las organizaciones civiles involucradas iniciaron la campaña «Paz en marcha» para concienciar a la población sobre los efectos nocivos de la violencia, se sumó al repudio por el asesinato de elementos de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) y de otras dos personas que horas antes, se encontraron en el ejido de Alfredo V. Bonfil.

Con pancartas en mano y al grito de «que el amor hable y la violencia se calle», una estela blanca de participantes salió pasadas las 18 horas de la estación de Bomberos con dirección al Parque de las Palapas; «ni una más, ni una más, las mujeres queremos paz», coreaban, mientras eran observados desde las aceras y comercios establecidos a lo largo de la avenida Tulum.

El número de asistentes varió, según las perspectivas; algunos calcularon entre 200 y 300 personas, mientras que autoridades y el comité organizador –integrado por organizaciones civiles, estudiantes universitarios y algunos empresarios- coincidieron en que la cifra alcanzó las 450 personas.

Por unos instantes la explanada del Parque de las Palapas se llenó de gente que, sin embargo, comenzó a dispersarse paulatinamente, no sin antes haber escuchado que tres de cada 10 mujeres mexicanas serán abusadas sexualmente antes de cumplir 15 años; que cada 18 segundos un hombre decide violar a una mujer; que cada tres minutos un varón opta por ejercer violencia contra su pareja; que la violencia no es un problema de las mujeres, sino un problema social.

Lo que también oyeron fue que en Quintana Roo, 90 mujeres han sido asesinadas durante los últimos dos años, por lo que su presencia ahí buscaba elevar un llamado para detener la ola de crímenes y reforzar la convocatoria para que los hombres caminen junto a las mujeres en esta lucha.

Algunas niñas y niños que han sido refugiados en el Centro Integral de Atención a la Mujer, sus hijos e hijas (CIAM-Cancún), subieron al escenario para expresar que desean un mundo sin violencia, sin agresiones a las mujeres y los niños.

Mientras que para algunas personas desconcertó la poca sensibilidad de la comunidad frente a esos temas, otros opinaban que la presencia de la gente que decidió acudir la tarde-noche de ayer, sin fines políticos, ni acarreos, constituye un paso, una semilla para crear conciencia civil en un paraíso impregnado de apatía, pero también de ánimos por revertir ése y otros vicios sociales.

«La gente a lo mejor piensa que una marcha debería se un tumulto o con mucho ruido; pero a mí me parece que aquí hay mucha convicción y es un paso muy importante», respondió Ramón Corona, de la revista Neurona.

Teresa Rojo, de la organización Seedsa y miembro del comité organizador, dijo no sentirse orgullosa del número de asistentes, pero sí muy satisfecha «porque estamos comenzando a sembrar algo, es parte de la lucha y nosotros le hemos echado muchas ganas y aquí estamos, la gente vino y lo hizo muy conciente».

Con 11 años de vivir aquí, «cuando esto era el paraíso y nosotros estábamos seguros», Esperanza Olvera fue una de las asistentes. Madre de familia con cinco hijos y «nietas muy jovencitas», esta señora respondió que su presencia ahí, era para apoyar el que se detenga la violencia.

A la marcha acudieron también miembros de la política, quienes se abstuvieron de la típica foto o de la intentona por alcanzar el micrófono para opinar. Se vio por ahí, entre la gente, a ex regidores como Julio Rodríguez, Eloan Galindo, Ludivina Menchaca y Huguette Hernández; miembros de organizaciones civiles como Tulio Arroyo y Bettina Cetto.

Estuvo la ex alcaldesa Magali Achach, quien inicialmente apoyó la construcción y operación del Centro Integral de Atención para la Mujer (Ciam-Cancún) y cuyo cabildo aprobó un acuerdo al respecto, para luego dejarlo en el cajón del olvido.

«Antes nos horrorizaba oír lo que pasaba en Ciudad Juárez y queríamos ir a ayudar, ahora ya lo tenemos aquí en Cancún y debemos detenerlo», respondió.

La Comisión Estatal de Derechos Humanos acudió al llamado, lo mismo que el DIF municipal y el CAVI; hasta elementos policíacos vestidos de civil.

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2004/AV/LR

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