El 15 de mayo de 1964 Digna Ochoa y Plácido nace en Misantla, Veracruz; el 19 de octubre de 2000, manos aún no identificadas le arrebatan la vida de dos tiros. A un año de su asesinato sigue sin conocerse a los autores materiales e intelectuales del crimen y las líneas de investigación continúan siendo poco claras.
Hija de Eusebio Ochoa López e Irene Alicia Plácido Evangelista, Digna fue la quinta de 13 hijos procreados de este matrimonio.
Su educación primaria la hizo en la escuela Manlio Fabio Altamirano; la secundaria, en la Ignacio Mejía; y la preparatoria, en la Alfonso Reyes. En 1984 se graduó como licenciada en derecho por la Universidad Veracruzana.
Caracterizada por su calidad humana y sensibilidad, la abogada veracruzana se dedica a asesorar a personas de escasos recursos durante y después de su servicio social; en 1991 se traslada a la Ciudad de México para ingresar al Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Prodh) y a finales de ese mismo año ingresa a la congregación de dominicas, donde profesa sus votos en 1992.
En los años ochenta Digna Ochoa litiga los casos penales más delicados en los que están involucrados el ejército y los servicios de seguridad pública.
Asimismo lleva los casos de los presuntos zapatistas de Yanga, Veracruz, y el Estado de México (1995); además de los de Aguas Blancas y el Charco (1995), Guerrero; Acteal, Chiapas (1997); y los ecologistas guerrerenses presos Rodolfo Montiel y Teodoro Cabrera.
Casos que la llevan en 1996, junto con Pilar Noriega, a recibir las primeras amenazas de muerte en el Centro de Derechos Humanos en el que trabajaba (Prodh); amenazas que denunció pero nunca se investigaron.
Tres años después, el 29 de septiembre de 1999, Digna es secuestrada e interrogada en su domicilio de la Ciudad de México; esto hace que en agosto del 2000 decida irse por un tiempo a Washington para salvaguardar su integridad física.
Un año más tarde, creyendo que las aguas se habían calmado, Digna regresa a la Ciudad de México pero nuevamente vuelve a ser amenazada de muerte; sólo que esta vez no hace ninguna denuncia.
Dada su vocación religiosa, la defensora de los derechos humanos creía en la construcción de un mundo mas fraterno e igualitario para transformar las estructuras, lo que le daba una visión amplia del significado de los derechos humanos.
Visión que sin duda reconocieron tanto organismos nacionales como internacionales dada su incansable lucha en defensa de los derechos de los mas necesitados; por lo mismo, en mayo de 2000 Digna Ochoa fue galardonada con la medalla Roque Dalton y en Nueva York recibió un reconocimiento de la barra de abogados de este país.
Asimismo en septiembre de 2000 recibió el premio Espíritu Perdurable por parte de Amnistía Internacional; en 2002 se le otorgó un premio posmortem: el de Global Exchange.
Su incansable lucha por la defensa de los derechos humanos le forjó un carácter aguerrido; sus constantes denuncias, no quedarse callada, su terquedad y su compromiso con el trabajo que hacía la condujeron muerte.
El 19 de octubre de 2001, a los 37 años, la defensora veracruzana recibió en su despacho de la colonia Roma dos tiros: uno en el cráneo y otro en el muslo.
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