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Comienza el 2017

Por Teresa Mollá Castells*
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Así es, acaba de comenzar un año nuevo. Todavía casi sin estrenar, pero lleno de esperanzas para que cambien algunas cosas.
 
Esperanzas que no deben confundirse con falsas expectativas. Sé, mejor dicho que las feministas sabemos que el Año Nuevo, por sí sólo no va a cambiar nada. Pero al menos nos queda esa esperanza, a veces fugaz, de que quienes nos gobiernan tomen por fin consciencia de la verdadera dimensión de lo que el patriarcado está haciendo con la vida de las mujeres y las niñas.
 
Ejemplos los tenemos a raudales para mostrarles el camino de los cambios. Otro asunto bien diferente es que nos quieran hacer caso. Pero eso “ya es harina de otro costal”, como muy bien dice el refrán.
 
Pero por si esto sirve de carta a los Reyes Magos (o Reinas Magas que nunca se sabe) y recordarles unos cuantos ejemplos para intentar un 2017 más igualitario y más equitativo.
 
En el ámbito educativo estaría bien derogar la LOMCE y volver a introducir la asignatura de educación para la ciudadanía para que las personas jóvenes estén relacionados precisamente con eso, con la ciudadanía.
 
Y de ese modo promover pensamientos críticos, que se den cuenta en de la sociedad en la que viven, mejor dicho en la que vivimos. Hay que enseñarles a pensar y a cuestionar sus entornos.
 
Pero que en realidad aprendan a hacer críticas constructivas para que propongan soluciones a los problemas que detecten. Y, al mismo tiempo, que manejen herramientas que ayuden a desenmascarar la falsa igualdad entre mujeres y hombres que pretenden “vendernos” desde algunas oligarquías partidistas o desde algunos medios de comunicación generalistas.
 
Y también, que aprendan a detectar la violencia en cualquiera de sus modalidades y a neutralizarla. Sobre todo la violencia machista. Que al detectarla no sólo la rechacen y condenen, sino que también aprendan a erradicarla. Y si, ya sé, quizás sea un pensamiento utópico pero las utopías de ayer, son las realidades de hoy.
 
En el ámbito sanitario estaría bien un mayor grado de implicación investigadora sobre los cuerpos y vidas de las mujeres para poder acertar y tratar con efectividad las enfermedades de las mujeres con sus peculiaridades específicas en cualquier etapa de sus vidas porque ya sabemos que los efectos de los medicamentos no actúan igual en organismos masculinos que en femeninos y por eso reclamamos que, siendo más de la mitad de la población mundial, se tengan en cuenta nuestras necesidades fisiológicas a la hora de ser tratadas con medicamentos sintéticos.
 
En este año estaría muy requetebién que nuestros machos alfa gobernantes se pusieran las pilas y, dejándose asesorar por colectivos feministas, iniciarán los trámites para poner en marcha un gran Pacto de Estado contra las violencia machistas que cada año asesinan a demasiadas mujeres e incluso criaturas. Porque incluso una sola mujer asesinada es demasiado. Porque nos merecemos una vida digna y sin violencias de ningún tipo. Al igual que nuestras hijas e hijos. Porque nuestras vidas de mujeres son igual de importantes que las suyas.
 
En el ámbito del empleo sería muy conveniente poner en práctica aquello de "remover obstáculos" para que las brechas salariales, las segregaciones horizontales, verticales así como los suelos pegajosos y los techos de cristal pasaran a mejor vida y se hiciera un verdadero esfuerzo por medir lo que realmente aportamos las mujeres trabajadoras al mercado laboral y realmente se valorara.
 
De igual modo, sería muy interesante valorar y tener en cuenta, no solo el PIB, sino el trabajo en el hogar y de cuidado que se realiza por tantas mujeres y que actualmente está tan desvalorizado.
 
También se debe valorar el trabajo que realizan las mujeres que se dedican a su hogar; su situación es tan precaria e injusta por las condiciones laborales a las que se refiere. O la desigualdad que impregna a las mujeres que trabajan en los campos y que normalmente, aparte de trabajar en los espacios rurales se ocupan también de las intendencias familiares.
 
Las segundas y terceras jornadas laborales que afrontamos las mujeres trabajadoras deberían ser tenidas en cuenta a la hora de las cotizaciones, por ejemplo.
 
El 2017 también debería ser el año de una gran reforma electoral e incluso constitucional que nos acerque a una democracia más paritaria, porque no podemos olvidar que sin las mujeres, no existe democracia real, por mucho que se empeñen algunos machirulos que nos gobiernan. Y nuestras instituciones son aún patriarcales. Y a las mujeres esa situación nos pesa como una losa. Y por eso, hay que cambiarla para incluirnos en una situación de equidad real.
 
No se puede afirmar que vivimos en una democracia cuando en realidad lo que tenemos es una representación sesgada de lo que realmente es la sociedad actual, en la que las mujeres somos más de la mitad de la población pero no llegamos a estar en las instituciones de manera equitativa.
 
En estos días de celebraciones festivas corremos el riesgo de olvidarnos de las mujeres "invisibles". Aquellas que en raras ocasiones aparecen en los titulares de los medios sino sólo en los apartados de sucesos y me refiero a las mujeres en condición de explotación sexual o las que son privadas de su libertad. Ellas existen y tienen derechos, pero en demasiadas ocasiones se nos olvidan.
 
No podemos olvidarnos que la mayoría de las mujeres en condiciones de explotación sexual, no sólo se les usurpa su voluntad o sus pasaportes, sino que también intentan arrebatarles su dignidad humana para beneficios de personas sin escrúpulos que las utilizan como materia prima de un negocio que está al servicio de los deseos de un patriarcado miserable.
 
Tampoco sobraría en absoluto que se avanzara en la toma de medidas legales para que, al igual que se pueden prohibir asociaciones que incitan al odio y al racismo, se comenzara a plantear esas mismas medidas para aquellas asociaciones religiosas que predican el odio hacia las mujeres y que llevan en sus libros llamados “sagrados” ese mensaje de odio y misoginia que están en sus discursos, impregnados de desigualdad y de una exigencia de sumisión y subsidiariedad hacia el patriarcado, que ellos tan bien representan.
 
Y me da igual que lleven faldas largas y negras, barbas y gorras o tirabuzones colgando y sombreros negros. Todos representan lo peor del patriarcado.
 
Como dije al principio, esto puede parecer la carta a los Reyes Magos o Reinas Magas, pero son medidas que, con voluntad política y sin miedos electorales, podrían perfectamente ser impulsadas.
 
Pero claro, ahí están los miedos o, quizás mejor cabría decir los intereses electorales y de todo tipo que se anteponen siempre a la construcción de una sociedad más igualitaria, justa y equitativa que considerará las vidas de las mujeres y sus necesidades igual de importantes que las de los hombres.
 
Esperemos que este nuevo y recién estrenado año nos permita a mucha y buena gente seguir con el compromiso de la denuncia de las injusticias y desigualdades de todo tipo en aras de construir un mundo más justo para quienes vienen detrás. Al menos esa es mi intención.
 
Muy feliz 2017 a toda la buena gente que busca hacer este mundo más justo, equitativo, igualitario y, por extensión, más habitable.
 
* Corresponsal, España. Comunicadora de Ontinyent.
[email protected]
 
17/TMC/KVR

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