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Apatía de autoridades peruanas ante prostitución infantil

Por la Redacción

La indiferencia de las autoridades peruanas ante la prostitución infantil ha incrementado los índices de este problema social. En 10 distritos de la capital de ese país, adolescentes de entre 14 y 16 años se prostituyen, advierte una investigación realizada por Acción por los Niños.

La especialista en explotación sexual infantil, María Pía Hermoza, asegura que esta problemática está relacionada con la demanda. Mientras los adultos sigan buscando a niñas y adolescentes para tener sexo, ellas no dejarán de ejercer esa labor.

En opinión de Hermoza, este problema podría solucionarse si se castiga a los usuarios de los servicios sexuales. Queremos que el Congreso apruebe una ley que fue presentada en octubre de 2002 para sancionar a estas personas, mencionó.

Aunque no existe un estudio sobre los clientes, testimonios de las adolescentes que se prostituyen indican que son preferidas por una cuestión de salud, pues creen que están menos propensas a contraer una Enfermedad de Transmisión Sexual (ETS).

Sin embargo, esta percepción es falsa, 90 de las niñas encuestadas (de una muestra de 45) han tenido infecciones de gonorrea, sífilis, herpes y hasta sida.

Hermoza explica que la mayoría de las menores entrevistadas no asistieron a algún centro de salud, difícilmente son concientes del cuidado personal que deben tener y no viven con su familia.

El estudio también concluyó que 95 por ciento de las jóvenes considera que ejerce un oficio difícil y riesgoso. Lo asumen como una opción de vida porque no han desarrollado sus capacidades intelectuales. «Es un trabajo con el que mantengo a mi hijo», aseguró Andrea de 16 años.

La investigación determinó que 70 por ciento de ellas comenzó a muy temprana edad en esta actividad, ya sea a través de una amiga o de su pareja. Fueron convencidas que era un negocio fácil, y en algunos casos, hasta las obligaron. Por ejemplo, Karina de 17 años relató: «Mi pareja me agarró, me golpeó con puñetes en la cara, jalones de pelo y patadas. Me dijo que me pusiera a trabajar».

Ninguna de las menores entrevistadas se imagina como prostituta en 10 años más. Dicen que se trata de una «estrategia» para lograr sus aspiraciones. Se proyectan profesionales y felices. No obstante, la violencia a la que están sometidas no les permite abandonar esa actividad tan fácilmente.

04/Argenpress/GBG/SM

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