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El patriarcado al estilo EPN

Por Teresa Ulloa Ziáurriz*
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Cuando las feministas hablamos de patriarcado, no nos referimos a un fenómeno que permanece en la abstracción de los círculos académicos.
 
Si bien se trata de un término que se utiliza para definir la ideología y las estructuras institucionales que mantienen la desigualdad y la opresión hacia las mujeres por parte de los varones, su comprensión no puede ser total si omitimos visibilizar las diversas formas en que se manifiesta a diario.
 
A través de las instituciones (familia, religión, lenguaje, medios de comunicación, gobierno), el patriarcado reitera que las mujeres somos inferiores y, por lo tanto, somos nosotras las que llevamos la peor parte en cualquier intercambio social.
 
Al momento de escribir la presente columna, la nube mediática no alcanza a dilucidar el número de personas desaparecidas y detenidas con motivo de la muy lamentable represión de las diversas secciones de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), por parte del gobierno federal y las autoridades estatales.
 
Imágenes de cuerpos ensangrentados, cadáveres en bolsas, barricadas, policías y persecuciones, van y vienen a través de las redes sociales sin que exista claridad en el número de violaciones a los Derechos Humanos que ya deben contarse por miles.
 
En las listas de nombres que han circulado para denunciar desapariciones y detenciones arbitrarias, destaca la presencia de mujeres profesoras, madres de familia, estudiantes y trabajadoras de los medios de comunicación, quienes difícilmente han podido tener voz y medios para denunciar agresiones sexuales –amenazas de violación, tocamientos y tortura psicológica, hasta ahorita–, por parte de las fuerzas policiacas.
 
No obstante, aunque las mujeres y las niñas sean las principales víctimas del patriarcado, no son las únicas.
 
Marcela Lagarde y de los Ríos ha señalado que, de seguir por este camino, la disputa patriarcal entre los varones será mayor, “crecerá la expropiación de millones de ellos realizada por cada vez menos hombres y sus poderosos mecanismos e instituciones, y con el neoliberalismo se agudizarán el machismo y la violencia de unos hombres contra otros”.
 
Es así que, en el marco de una supuesta reforma educativa que no es otra cosa más que una reforma laboral para desmantelar definitivamente a la educación laica, gratuita y obligatoria por parte del Estado, existe una gran cantidad de elementos que alimentan el patriarcado.
 
Primero, una verdadera reforma educativa implica pasar de un modelo que individualiza y adormece al pueblo, a un modelo pedagógico que propicie el debate y la discusión de ideas, argumentos, que modifique patrones estereotipados de conducta.
 
La educación es un tema que nos concierne a todas y todos. Como sabemos, no existió consulta alguna del gobierno hacia las y los maestros del territorio nacional que diariamente libran distintas batallas en las aulas (cuando las hay) con estudiantes, infraestructura (cuando la hay), y con la necesidad de contenidos distintos en cada región de México.
 
Valga señalar que la Sección 22 de la CNTE ha sido la única en aprobar distintos enfoques y prácticas educativas, prácticas, porque la educación es una acción de dos vías, quien enseña y quien aprende, señor Nuño, de lo que usted no tiene ni la más remota idea. Punto para el patriarcado.
 
Segundo, ya que no se consultó, no se trata de una reforma incluyente, sino impuesta. Y, dado que ataca directamente los derechos laborales de las y los docentes al pretender reducirlos a casi nada –robándoles la estabilidad en el trabajo, sometiéndolos a evaluaciones generalizadas que no toman en cuenta ni el nivel educativo, ni la materia de su especialidad–, estamos hablando de una reforma antidemocrática de orden laboral y NO EDUCATIVA. Punto para el patriarcado.
 
Cuando una reforma como ésta no cuenta con la legitimidad y el apoyo de quienes deben acatarla y, por el contrario, provoca inconformidad, desacuerdo y expresiones válidas de protesta, el régimen procede a la represión, como es razonable en un gobierno como el de Enrique Peña Nieto a través de la incapacidad de negociación de un funcionario inepto y absurdo, que lo único que ha hecho es radicalizar la situación. Entonces, punto para el patriarcado.
 
La represión es violencia. Y en términos legales, el Estado es el único facultado para ejercer el monopolio de la violencia. El mensaje es claro: o se cumple en su totalidad con lo estipulado en la pseudo reforma educativa, o el Estado aplica toda su fuerza hacia quienes la pongan en riesgo.
 
¿El saldo? Entre ocho y 10 muertos, cientos de personas heridas, decenas de desaparecidas, tres maestros acusados de delitos graves que no cometieron, y lo que se acumule. ¿Existen, pues, las garantías individuales en México? Punto para el patriarcado.
 
Para afirmarse ante la opinión pública nacional e internacional, el gobierno federal ha invertido una gran cantidad de recursos y energía en desacreditar el movimiento magisterial a través de la uniformidad de opiniones en la gran mayoría de los medios de comunicación.
 
Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad (Joseph Goebbels, ministro para Ilustración Pública y Propaganda de la Alemania nazi). Punto para el patriarcado.
 
Entre tantos puntos que cada día acumula el patriarcado, nos acercamos peligrosamente a la lógica de un Estado totalitario, aunque quizás, de facto, ya estemos ahí.
 
Alda Facio decía que “si no enfrentamos con eficacia y efectividad el sentido patriarcal de la vida, cada año y cada día que pasen, en lugar de aminorar, los sexismos se sumarán a otras formas de dominación nacional, de clase, etnocida. Los sexismos, como hasta ahora, serán atizados y usados como combustible para los neofascismos, la fobia a los extranjeros, a las personas de otras opciones políticas, de otras creencias y prácticas religiosas o mágicas, sexuales, estéticas…”.
 
Este es el momento para detener la escalada de violencia que en poco tiempo podría llegar a un punto de no retorno. Desde este espacio nos sumamos a las voces de protesta y condenamos enérgicamente el actuar del gobierno federal y su secretario de Educación, Aurelio Nuño.
 
Exigimos la instalación de una mesa de diálogo, la libertad incondicional de todas las y los docentes detenidos, la presentación con vida de las y los desaparecidos, y el respeto total a las garantías individuales y a los Derechos Humanos de todas las personas que habitamos en nuestro país. Y esto incluye el derecho a disentir.
 
Twitter: @catwlacdir
 
*Directora regional de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC, pos sus siglas en inglés).
 
16/TUZ/RMB

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