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Rogelia González Luis: la ruptura de un destino

Por Lucía Lagunes Huerta*
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La palabra superación sería la mejor definición para Rogelia o la maestra Rogelia, como la conocen y se reconoce. Su destino parecía escrito en piedra, pero ella lo reescribió con el cincel del estudio, la tenacidad, la lucha social y feminista.
 
Le dio la vuelta: Rogelia decidió no seguir el mandato femenino de una mujer indígena, pese a las carencias en la infancia, cuyo dolor aún no cierra.
 
A los 12 años de edad tomó el destino en sus manos, regresó a su Juchitán querida (en el estado de Oaxaca) para seguir estudiando. En su andar encontró la lucha social, no sólo se sumó sino que se convirtió en una dirigente indígena.
 
Su liderazgo incomoda machismos, los cuales se unen para impedir su avance, a veces los obstáculos que le ponen son grandes, pero ninguno ha podido minar su liderazgo.
 
Rogelia, la misma que camina veredas para seguir construyendo una vida libre de violencia para todas las mujeres, para acompañar a otras mujeres indígenas a seguir el camino de la transformación de los mandatos y construir libertades.
 
La historia de Rogelia es inspiradora. Es una lástima que no ganara las elecciones del pasado 5 de junio, en las que compitió para la presidencia municipal.
 
La maestra Rogelia construye con las demás, junto a las demás; su compromiso con la vida y la libertad de las mujeres la llevó a abrir un albergue para mujeres indígenas que viven violencia machista.
 
Ella sabe que se puede romper con el círculo de la violencia, que sí se puede transformar aun cuando parezca que el destino está escrito en piedra, siempre hay una forma de cambiarlo como ella lo hizo.
 
Rogelia se sabe triunfadora por haber cambiado su “destino” y tener las riendas de su vida en sus manos. Orgullosa de su vestimenta, de su origen indígena, conocerla es una lección de vida.
 
–Lucía Lagunes Huerta (LLH): ¿Quién dirías que es Rogelia?
–Rogelia González Luis (RGL): Es una mujer indígena zapoteca originaria del municipio de Juchitán de Zaragoza, Oaxaca. Ahí nací, ahí crecí.
 
“Desde pequeña crecí pensando que tal vez mi destino, como muchas mujeres, era el de quedarse en la casa ayudando a su mamá, a cuidar a sus hermanos, a realizar las tareas domésticas.
 
“Nací y crecí pensando en eso; tuve la gran oportunidad de cursar mi primaria, no fui a preescolar, pero cursé mi primaria, estudié mi secundaria y también con muchas dificultades y precariedades tuve la oportunidad de poder estudiar mi preparatoria.
 
“En ese camino pude encontrar a personas que me ayudaron para poder ser parte de un proyecto dentro del movimiento magisterial, pude entrar en el sector magisterial.
 
“Nací el 17 de noviembre de 1961. Encontré a personas que me tendieron la mano, ahí empezó a cambiar mi visión de cómo estar; de nacer en una comunidad indígena que tiene una cultura, una costumbre, que tiene una tradición.
 
“Ir a prepararme para ser maestra me dio la oportunidad de conocer a otras mujeres de la lucha feminista, las cuales, afortunadamente, tenían otra visión”.
 
FORMACIÓN DEMOCRÁTICA
 
–LLH: ¿Cuáles son las lecciones que te llevan a esta militancia?
–RGL: En mi municipio surgió una organización que luchó por elegir a sus gobernantes por métodos democráticos, respetar la voluntad popular.
 
“Esas eran las ideas con las que surgió la Coalición Obrera Campesino Estudiantil del Istmo de Tehuantepec (COCEI). Ellos hablaban de una lucha para los derechos de los jóvenes, estudiantes, campesinos, de las mujeres. Cómo tener una mejor calidad de vida, cómo atender los problemas de la gente.
 
“Yo fui parte de ese proceso; empecé a participar en un comité seccional y a escuchar las demandas de la gente, a acompañarlas, a hablar en micrófono, a dar mis discursos.
 
“Toda esta parte política me empezó a crear esta conciencia, desde esta trinchera de lucha; fueron momentos decisivos muy importantes porque eran más de 80 años de gobiernos priistas, caciquiles.
 
“Esta experiencia me permitió ir adquiriendo la conciencia. El trabajo comunitario, ir a las seccionales a escuchar que la gente no tiene agua, que en el callejón no tiene pavimento, que no hay drenaje, luz eléctrica, conciliar los problemas familiares, buscar opciones.
 
“Esto me fue formando esta visión y esta conciencia, que al llegar al magisterio se fortaleció porque la lucha sindical era otro frente. Yo también veía problemas entre las mismas maestras como violencia doméstica”.
 
–LLH: ¿Eso te fue haciendo conciencia de género?
–RGL: Eso me fue haciendo conciencia de por qué era necesario capacitar a las maestras, capacitarme y formarme. En este movimiento participaron comunidades, feministas (y de) Derechos Humanos.
 
“Mucha gente le dio solidaridad al magisterio. Cuando se da la lucha en Juchitán, en los años 80, llegaron Elena Poniatowska,  (Carlos) Monsiváis, gente vinculada a la UAM, intelectuales que llegaron a brindar solidaridad, enfrentando al Ejército, la cárcel, la represión de aquellos años de los gobiernos priistas.
 
“Todo ello me fue creando conciencia de porque era necesario  luchar dentro de una izquierda, fue así como llegó al PRD de aquellos años y empiezo a participar fuertemente, primero en mi municipio y después caminé otros municipios”.
 
–LLH: ¿Cómo es que te vas definiendo feminista? ¿Quiénes van siendo tus maestras?
–RGL: Una de ellas y que yo la recuerdo mucho es Cecilia Loría Saviñón (ex titular del Instituto Nacional de Desarrollo Social, de 2000 a 2006). Fue una gran mujer que fue fundamental para mi  formación y mi definición; de esto, que ni siquiera sabía que era feminismo lo que yo hacía.
 
“Estando en (la ciudad de) Oaxaca tengo más formación, con Cecilia Loría, Flor Cervantes, las mujeres que eran de comunidades indígenas y que nos juntamos con la lucha magisterial.
 
“Conocí a muchas mujeres a nivel nacional. En mi municipio recibo a la marcha “Pan y Rosas” y vienen mujeres como Leonor Aída Concha; empecé a recibir folletos de compañeras (de otros estados), e hice mi círculo de estudio con las mujeres de mi pueblo. Cuando empecé a inclinarme con la lucha por las mujeres tuve un fuerte conflicto con la dirección política de la COCEI”.
 
ENFRENTAR AL MACHISMO
 
–LLH: ¿Cuáles fueron esos problemas?
–RGL: Tuve problemas con los dirigentes de la COCEI, quienes me dijeron “a ver Rogelia, tú no puedes aquí venir a convocar a las mujeres para reunirte con ellas, porque esta organización es mixta y si tú quieres hacerlo (reunirse con mujeres) tienes que pedirnos autorización para saber cuáles son los temas que tú vas hablar con ellas”.
 
“Yo les decía: ‘Quiero que las mujeres se capaciten en sus derechos’ y eso atentaba contra ellos, porque lo que querían era seguir teniendo a las mujeres controladas, que no conocieran sus derechos.
 
“Eso me generó que dijeran: ‘A ella no hay que dejarla pasar; hay que ponerle todos los trabajos que sean posibles para que no llegue’. Y así han sido las cuatro veces (que he sido) candidata a la presidencia municipal.
 
“En 2004 perdí la presidencia por 100 votos porque ellos hicieron una alianza de facto para ganarme. Pero muy a pesar de ello les di competencia; ellos iban en alianza con seis líderes políticos.
 
“Soy una mujer inteligente, no soy manipulable. No me dejo de ningún líder que venga y me diga tú vas hacer esto. Todo lo que he ganado lo he ganado a pulso, nadie me lo ha regalado, no he tenido que comprar ningún espacio. He sido una mujer triunfadora”.
 
–LLH: ¿Cómo llegas al magisterio?
–RGL: En ese caminar encontré a la maestra Julieta López Jiménez. Me dijo: “¿Sabes qué? Yo quiero proponerte para que entres a trabajar como promotora en una escuela bilingüe. Tú hablas zapoteco y quiero que entres, pero te vas a ir a un curso de capacitación por seis meses”.
 
“Yo tenía a mi hija pequeña y pude, me decidí. Me dijeron mi abuelita y mi tía: ‘Vete, nosotras vamos a cuidar a tu hija’. Y así fue. Empecé a trabajar en el magisterio y seguí estudiando en el sistema de educación abierta; entonces trabajaba y estudiaba de noche para terminar mi secundaria.
 
“Seguí estudiando; me gustaba mucho ir a la escuela, inicialmente quería ser enfermera. Incluso con mi abuela me fui aprender en el centro de salud, a poner suero, a inyectar, hacer las suturas pequeñas, y eso me ayudaba. Con eso yo cobraba cinco, seis pesos, y con ello compraba la leche a mi hija”.
 
CARGOS DE DECISIÓN
 
–LLH: ¿Qué espacios públicos has tenido?
–RGL: Estuve en el primer gobierno que ganamos en Juchitán, como coordinadora de salud. Me integré en otro gobierno como síndica municipal, de 1989 a 2001. En ese periodo fundé el Centro de Apoyo a la Mujer Istmeña. De 2012 a 2013 fui regidora de Derechos Humanos; en 1999 fundé el Grupo de Mujeres 8 de Marzo. Esta asociación civil ha ayudado a mucha gente.
 
“En 2004 fundé la Alianza Regional por la Igualdad y la Justicia Simona Robles, en honor de la juchiteca que combatió la intervención francesa en 1866. En los nueve municipios que trabajé fundé nueve escuelas; estoy orgullosa de mí y de mi trabajo.
 
“Ahora que fui regidora de Derechos Humanos tuve la oportunidad de impulsar el proyecto de terrenos, para edificar vivienda para mujeres indígenas que han vivido violencia y que son egresadas del refugio. El proyecto de casa de transición no se ha concretado porque no hay voluntad política para ello. Eso es lo que he podido lograr en cada espacio que he tenido”.
 
–LLH: ¿Qué soñaba de niña Rogelia?
–RGL: Soy la segunda (hija). Cuando hablo de las precariedades que enfrenté, hablo porque yo me crié con mi abuela materna, una indígena zapoteca que no sabía leer ni escribir, que nunca fue a la escuela. Somos cinco: un varón y cuatro hermanas más.
 
“Esta historia de vida que traigo no fue fácil porque los motivos de mi niñez me orillaron a luchar para defender la causa de las mujeres, porque siempre tenemos una historia que nos motiva a hacer algo por las demás”.
 
–LLH: ¿Pero tus sueños?
–RGL: Mi sueño era estudiar. Cuando termino la primaria, mi mamá biológica me fue a traer de con mi abuela y me llevó a Tamaulipas porque mi papá era de Tampico. No pude aguantar y me regresé a vivir con mi abuela.
 
“Busqué una opción: estudié taquimecanografía para aprender a escribir a máquina. En la mañana ayudaba a mi abuela (a la venta de tamales y naranjas), y luego en la tarde entraba a la taquimecanografía. Para mí fue una gran oportunidad porque pude relacionarme con otras amigas mujeres, y aprendí algo que me ayuda”.
 
–LLH: ¿Qué te significa tu traje?
–RGL: Significa toda esta historia que las mujeres indígenas vivimos, que está impregnada en las mujeres de Juchitán. Cuando yo me pongo una enagua, un huipil, les digo a las mujeres de mi pueblo que soy igual que ellas, que ellas pueden sentirse orgullosas…
 
“Mi abuela, cuando yo era pequeña, me hacía mis trenzas de rueda y me ponía mi enagua y huipil para la escuela. Esto es un orgullo para mí y mi pueblo, es un valor humano social y cultural que me fortalece, me ayuda”.
 
–LLH: ¿Si alguien escribiera tu biografía, cuál sería la frase final?
–RGL: Siempre hablo de la gran fuerza de las mujeres, siempre les digo que hay que caminar con fuerza para lograr los cambios que queremos. Que la democracia la tenemos que hacer caminando juntas.
 
–LLH: ¿Cuál es el sueño de Rogelia hoy?
–RGL: Mi sueño es alcanzar la diputación, pero tampoco es a “patria o muerte”, que no se acaba con tener un lugar, hay mucha gente que nos necesita.
 
–LLH: ¿Qué les dirías a las jóvenes?
–RGL: Ellas tienen una gran oportunidad en sus vidas para ejercer sus derechos; que de ninguna manera se sientan limitadas por estar con un embarazo o porque sus familias las quieran obligar a casarse en contra de su voluntad. Que tienen derecho a estudiar, a viajar, a conocer otros lugares, que lo que no hay en su pueblo lo pueden encontrar si se preparan.
 
Twitter: @lagunes28
 
*Periodista y feminista, directora general de CIMAC.
 
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