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La democracia más allá de la paridad

Por Argentina Casanova*
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Sin las mujeres no hay democracia. Sin ciudadanía plena no estamos participando. Cuando pensamos en participación política de las mujeres generalmente nos remitimos al número de mujeres que acuden a votar y/o a las mujeres que son postuladas para ocupar un cargo a través de un partido político.
 
Esta visión está muy lejos de reconocer e identificar los verdaderos contextos de la participación de las mujeres políticas y su incidencia, es decir, su intervención en la agenda pública para abonar a la igualdad de género.
 
Aún tenemos muchos pendientes, apenas empezamos a construir participación y con ello acercarnos a la ciudadanía plena.
 
En términos de porcentajes, si me preguntaran qué tanta ciudadanía ejercemos las mujeres, creo que algunas usan el 5 por ciento y otras el 10 o 20, quizá algunas el 30 por ciento, pero en general no pasamos del 50 por ciento porque el otro 50 por ciento es frenado o limitado por las condiciones de desigualdad histórica y la violencia estructural.
 
Las mujeres estamos excluidas de los procesos de toma de decisiones en todos los niveles, en particular en todos los aspectos relacionados con la paz y la seguridad.
 
Si seguimos avanzando al ritmo actual, pueden pasar otros 50 años hasta que alcancemos la representación equitativa de las mujeres en la política.
 
Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de ONU-Mujeres, dijo en una entrevista que ni un solo país ha alcanzado la igualdad y paridad de género 20 años después de que 189 países adoptaran unas guías para alcanzar la igualdad entre los sexos.
 
Esto significa que redoblar o triplicar los esfuerzos, el trabajo que venimos haciendo y aumentar, propagar, hacer de la participación de las mujeres en los espacios públicos y en la toma de decisiones una moda, una necesidad, un virus que contagie a todas porque lo necesita el mundo, que urge y no tenemos tiempo que perder.
 
¿Qué significa participar en la toma de decisiones y por qué es tan urgente?
 
Por principio, hay que recordar que podemos incidir a partir del derecho que tenemos como ciudadanas y con ello contribuimos y hacemos real la democracia, la participación de las mujeres en la construcción de una agenda de igualdad de género es el camino más corto –y me atrevería a decir que el único y real– a la democracia participativa que legitima cualquier sistema político, de sus actores y actoras, e incluso de sus gobernantes y representantes populares.
 
En lo formal, en la actualidad, en términos de participación política, antes de empezar a hacer efectiva la reforma electoral de enero de 2014, las mujeres representaban el 33 por ciento en la Cámara de Diputados y 37 por ciento en el Senado, no había ninguna mujer gobernadora, y a nivel Latinoamérica apenas representan las mujeres el 23 por ciento de los congresos locales.
 
México fue el quinto país de la región en implementar el sistema paritario dentro de la reforma electoral aprobada apenas este 2014.
 
Solo un paso en la construcción de la participación política de las mujeres, pero aún con la participación paritaria ésta sólo alcanza el plano político en la democracia representativa, es decir a través de los partidos.
 
Sigue el pendiente de hacer efectiva la democracia participativa mediante mecanismos diversos que posibiliten la apropiación-participación-intervención, en primera instancia, de las mujeres en los espacios públicos para la generación de participación en la toma de decisiones de la comunidad.
 
Entramos en la verdadera dimensión de la participación a la que todas las mujeres podrían tener acceso mediante la incidencia en la construcción de agendas ciudadanas de las mujeres, desde y con una visión que reconozca las desigualdades históricas que viven las mujeres y que restringen y limitan sus posibilidades reales, reconocidas por la ONU como esos 50 años que aún nos faltan para la representación equitativa en la política, en construir ciudadanía, en construir desde nuestras miradas los espacios públicos, las agendas públicas y por supuesto insertarnos en los discursos sociales como actoras plenas, ejercer pues la ciudadanía plena, intervenir en los espacios comunitarios y en la toma de decisiones, en la planificación y en los planes de desarrollo.
 
No participar, no incidir, no intervenir en las agendas públicas (que son a partir de las que podemos intervenir para entonces crear e insertar una agenda de igualdad de género) es lo que nos lleva a estar alejadas del acceso a la justicia, a ser discriminadas desde y con las políticas públicas que derivan en sobrecarga de trabajo para las mujeres, la ausencia de las mujeres de las instancias con poder de decisión significa una falta de atención a sus intereses específicos, que devienen en parte de las desigualdades de género.
 
*Integrante de la Red Nacional de Periodistas y del Observatorio de Feminicidio en Campeche.
 
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