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Madres jóvenes, sin servicios de salud sexual durante embarazo

Por Anaiz Zamora Márquez

La mayoría de las madres jóvenes –prácticamente invisibles para las políticas y programas de gobierno– no tuvieron información y servicios de salud sexual antes de su embarazo; durante la gestación no accedieron a la atención en salud reproductiva; les fue practicada una cesárea, muchas veces innecesaria, y no recibieron un seguimiento médico para prevenir más embarazos.
 
En la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) se presentaron hoy los resultados del proyecto “Maternidad en la adolescencia y en la juventud”, realizado por la organización civil especializada en juventudes Espolea, y que da cuenta de las barreras que enfrentan las adolescentes y las jóvenes que se convirtieron en madres a temprana edad.
 
Cecilia García Ruíz, directora del Programa de Género de Espolea y responsable del proyecto, dijo que la investigación se hizo para conocer cuáles son las necesidades específicas de las madres adolescentes, es decir, jóvenes que llevaron a término un embarazo antes de los 24 años de edad.
 
Informó que los datos arrojados se desprenden del acercamiento directo con madres jóvenes que habitan en esta capital. Aunque aclaró que la muestra es limitada, pues no fue posible abordar a las madres jóvenes en condiciones de pobreza y en todas las delegaciones, sí enfatizó que refleja las carencias, discriminación y violencia que ellas enfrentan.  
 
Con la metodología se pudo conocer que las madres jóvenes y adolescentes son prácticamente “invisibles” para las políticas, programas y para el resto de la sociedad, pues no se les reconoce como personas con necesidades especificas, se les discrimina de los centros educativos, de salud y otros servicios.
 
A lo que se suma que generalmente enfrentan estigmas y señalamientos que las califican como “irresponsables”, o “culpables de no haber prevenido un embarazo”.
 
Con los relatos y respuestas obtenidas, Espolea detectó que la mayoría de estas jóvenes realiza actividades en el hogar, y algunas de ellas, si bien estudian, tienen que combinar su educación con un trabajo que generalmente es como empleada.
 
García Ruíz expuso que se debe tomar en cuenta que las jóvenes no tienen la misma vivencia sobre su embarazo, por lo que no se les puede atender de una manera uniforme, ya que la mitad de ellas tuvieron embarazos no planeados pero sí deseados, en el 29 por ciento fueron planeados y deseados, y el 21 por ciento, no planeados y no deseados.
 
De manera preocupante se encontró que más de 70 por ciento de ellas dijo no haber accedido a servicios de salud sexual antes y durante su embarazo, y una gran proporción no accedió a servicios de salud reproductiva incluso durante la gestación.
 
“Estamos hablando de jóvenes que aunque ya son madres aún tienen la necesidad de acceder a información y servicios de salud sexual que son prácticamente inaccesibles para ellas”, por lo que no pueden prevenir embarazos posteriores e infecciones de transmisión sexual (ITS), subrayó la especialista.
 
Otro tema “preocupante” es que al no recibir la atención que buscan en los servicios de salud, las jóvenes simplemente dejan de ir a ellos y no previenen futuros problemas de salud.
 
Durante la atención de su embarazo, parto y puerperio (40 días posteriores al alumbramiento) ellas afrontan descalificaciones, estigmas, actos discriminación y violencia obstétrica sólo por ser jóvenes.
 
La mayoría reportó que su embarazo culminó en una cesárea, aunque muchos de estos procedimientos no eran necesarios, recibieron malos tratos del personal médico que “las reprendía por ser irresponsables”, y las pruebas de VIH fueron aplicadas sin darles información sobre los procedimientos.

Al mismo tiempo no hay un reconocimiento de su capacidad de decisión, pues muchas de ellas, previo a su embarazo, pidieron que se les colocara un dispositivo intrauterino (DIU), pero se les negó porque “no habían tenido hijos”.
 
Mientras que a las que tuvieron un parto no se les permitió acceder a métodos anticonceptivos permanentes con el argumento de que “eran muy jóvenes y en futuro podrían tener más hijos”.

Espolea emitió recomendaciones al Gobierno del Distrito Federal, para que visibilice a esta población e implemente los programas adecuados a sus necesidades, así como para que capacite al personal sanitario que las atiende.
 
En el DF, de los 160 mil 852 nacimientos ocurridos en 2012, 28 mil 142 correspondieron a niñas y adolescentes de 10 a 19 años de edad, y el 3.4 por ciento de ellos, a niñas de 10 a 14 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
 
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